El cierre de la Copa de Oro deja muchos elementos para reflexionar. Más allá de las polémicas que rodean a la Selección de México, es preciso que la objetividad reine en el análisis, ya que no podemos rasgarnos las vestiduras por una situación deportiva cuando la realidad social del país es mucho más preocupante y urgente de resolver.

Si bien, el futbol moviliza a miles de personas y está rodeado por intereses de todo tipo, además de verse envuelto en una serie de escándalos que involucran a los altos mandos, no podemos moralizar en exceso en torno de un penalti. Es evidente que el deporte sirve como termómetro de la sociedad y el mensaje de los deportistas debe ser ejemplar, pero tampoco podemos reducir el razonamiento a si se debió fallar el penalti.

Así, es evidente que Andrés Guardado se enfrentó a un contexto delicado, en el que cualquier decisión generaría polémica e insatisfacción. Además, ni él ni el equipo son responsables de los errores del árbitro ni son conscientes de todo lo que los espectadores vemos por la pantalla, por lo que su acción obedece estrictamente a su profesionalismo.

Asimismo, el séptimo título en la Copa de Oro no debe minimizar las carencias de la escuadra mexicana, porque resulta alarmante el desajuste que ha sufrido desde el Mundial de Brasil. El equipo tuvo un desempeño muy inconstante, pero supo aprovechar todos los factores a su favor, desde el apoyo incondicional de los aficionados hasta el trébol de cuatro hojas, para sumar un campeonato que le dará un respiro al técnico y a los jugadores, entre los que salen fortalecidos Andrés Guardado, quien comandó a sus compañeros con carácter y goles; Guillermo Ochoa, que brindó seguridad en el arco; y Jesús Corona, pieza clave para el desequilibrio. También sobresale el aporte de algunas incorporaciones como Jonathan dos Santos y Jesús Dueñas.

De esta forma, el técnico y los directivos deben empezar a preocuparse de cara a los próximos partidos, con un duelo ante Estados Unidos en el que se disputará un lugar en la Copa Confederaciones de Rusia, y el inicio de las eliminatorias. Aunque algunos equipos centroamericanos bajaron su nivel, principalmente Guatemala y Honduras, con el juego mostrado por los caribeños en este campeonato seguramente habrá más sedes complicadas en el camino mundialista. Ciudades como Kingston, Puerto España y Puerto Príncipe, se suman a las complejas salidas a países centro y norteamericanos.

Además, después de la polémica clasificación de la Selección Mexicana a la final de la Copa de Oro, seguramente en Panamá y Costa Rica estarán a la espera de una revancha.

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