En el último espectáculo electoral, más allá de triunfos y derrotas de partidos y candidatos, que al grueso de la población es lo que menos le importa si tomamos en cuenta que más del 50% se abstuvo de votar, otro porcentaje menor acudió a las urnas para anular su voto y el resto lo distribuyó entre 11 partidos (unos más que otros da lo mismo, porque han demostrado que son abusivos y corruptos), lo relevante de la contienda fue la figura de tres candidatos independientes que ganaron en las urnas, con lo cual se confirma que la ciudadanía puede expulsar a los políticos corruptos de cargos públicos y tomar el poder por la vía pacífica.
Imaginemos que aquel movimiento universitario de Yo soy 132 hubiera propuesto a sus propios candidatos independientes, seguramente el poder pasaría a manos de la ciudadanía o por lo menos haría temblar y quitaría importantes posiciones a los viejos partidos, refrescaría la visión de gobierno y daría un motivo de esperanza a los mexicanos de que por primera vez pudiera disminuir la corrupción, el abuso de poder, el tráfico de influencias y la impunidad.
Un ejemplo es lo ocurrido en España con la aparición de Podemos, grupo político integrado por ciudadanos jóvenes y estudiantes, y de reciente creación, que de inmediato se posicionó en las preferencias de los españoles e hizo temblar a los tradicionales partidos de derecha y de izquierda que se han corrompido a más no poder. Igual que en México.
Otra sorpresa fue el contundente triunfo de Morena para posicionarse en sus primeras elecciones en la capital del país, ese nuevo partido que dirige un viejo político, Andrés Manuel López Obrador, y quien en 2018, si mantiene su salud en buen estado, buscará otra vez la Presidencia de la República. Por lo pronto, ha arrebatado al devastado Partido de la Revolución Democrática (PRD) su hegemonía absoluta en el Distrito Federal y se convierte en el grupo político con mayor fuerza y viabilidad para asumir la jefatura de gobierno en 2018.
Otra novedad en la capital del país, además de la vergonzante y justificada derrota perredista, fue el avance de los partidos Revolucionario Institucional y Acción Nacional en cinco demarcaciones políticas, a quienes a pesar de su mala imagen, los capitalinos prefirieron darles el voto para castigar al partido en el poder.
El que dio otra sorpresa con visos de preocupación fue el ex futbolista Cuauhtémoc Blanco, quien ganó la alcaldía de Cuernavaca, Morelos, pero su inexperiencia administrativa y su populismo de ignorancia foxista prende los focos rojos, pues gobernar esa capital generadora de importantes recursos económicos es un botín apetitoso para los delincuentes de “cuello blanco”, y a eso hay que agregar que desde hace varios años esa ciudad es uno de los principales refugios y centro de negocios del crimen organizado, de ahí que esté marcada por su elevado número de secuestros. Por cierto, dicen que después de su triunfo electoral, Blanco sigue crudo.
De los candidatos independientes, el más relevante es el de Jaime Rodríguez, quien con una ventaja de más de 2-1 ganó la gubernatura de Nuevo León; sin embargo, El Bronco es un viejo político que hasta hace un año engrosaba las filas del PRI y al ser marginado se convirtió en independiente, lo cual no asegura por sí mismo que encabece un buen gobierno.
El segundo candidato independiente triunfador es el ex panista Manuel Clouthier, quien con una ventaja de 5-1 ganó el quinto distrito electoral de su natal Culiacán, Sinaloa, para ocupar una curul en el Congreso, lo cual le da esperanza a los culichis de que alguien distinto pueda defender los interés de sus paisanos.
El tercer candidato independiente de partidos y grupos políticos es el joven de 25 años Pedro Kumamoto, quien sin recursos económicos y sólo con el apoyo en redes sociales ganó el distrito 10 de Zapopan con 43% de los votos, y garantiza una legítima representación ciudadana en el Congreso. Bienvenida esta nueva manifestación social que nos hace creer que no todo está perdido ni podrido.
Otro que dio la nota fue el ex candidato del PRI y del Partido Verde a la alcaldía de Celaya, Fernando Bribiesca, hijo de Marta Sahagún de Fox, quien acusó al clero y al PAN de su derrota, aunque olvidó mencionar también la pésima imagen de su familia. En fin, tuvimos elecciones, partidos y candidatos que dan risa y también miedo.
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