Si existe un partido que se ha caracterizado en los últimos años por sus fisuras internas, conflictos constantes y disputas por cotos de poder entre sus diversas y múltiples corrientes es sin duda el PRD, que recientemente ha cambiado a su dirigente nacional.

No son de sorprender las razones que Agustín Basave expuso para dejar su cargo al frente del Sol Azteca, aún cuando los resultados electorales del 5 de Junio, no fueron negativos en términos generales .

Llevar las riendas de un partido tan problemático, dividido y disminuido no es cosa menor.  A partir del 16 de julio pasado esta responsabilidad recayó en los hombros de Alejandra Barrales, de la cual analizaremos su imagen y comunicación política.

La trayectoria de Barrales no es nueva, ha recorrido la vida sindical como líder de los sobrecargos,  ha sido también diputada de la Asamblea Legislativa, secretaria de Desarrollo Social en Michoacán, secretaria de Turismo del entonces Distrito Federal en la administración de Marcelo Ebrard,  senadora federal y finalmente secretaria de Educación Pública de la Ciudad de México en el actual gobierno.

Su identificación con el actual jefe de gobierno y su grupo es evidente, más allá de la relación personal que mantuvieron durante años. Haber formado parte de su gabinete  pone en la percepción ciudadana y perredista la idea de que en su nuevo cargo fungirá como una extensión de Mancera.

La unión no es favorable si observamos los números de popularidad y aprobación con los  que cuenta Mancera, pues en la última encuesta de EL UNIVERSAL/ Buendía y Laredo (Junio 2016) un 70% desaprueba su desempeño.

Por otra parte, el Partido de la Revolución Democrática tiene sus bases  en las luchas sociales, relacionadas con las clases más desprotegidas, por lo que se le ha considerado como un partido de izquierda, sin embargo después de la  declaración patrimonial en la cual exhibe ingresos anuales por 12.4 millones de pesos, se demuestra la  diferencia económica entre la actual dirigente y los simpatizantes de su organización.

El discurso que promueve Alejandra Barrales, además de  verse plano y sin  una emotividad que conecte con las personas, sus ideas son  muy distantes de la realidad que atraviesa.

Menciona que el PRD se ha alejado de la ciudadanía, pero lo cierto es  que hoy la ciudadanía se ha alejado del PRD,  los resultados de las elecciones de 2015 (Asamblea Legislativa) y  de 2016 (Constituyente) en donde Morena obtuvo el primer lugar, es el más claro ejemplo de  distancia.

Conjuntamente intentará reunir a las distintas corrientes de su partido para trabajar en equipo, de manera institucionalizada, cuando históricamente han sido precisamente esas corrientes las que más lastiman a su institución.

Repite palabras como fuerza, presencia y partido de oposición, cuando paradójicamente son los adjetivos que han perdido y el objetivo de recuperarlos se ve lejano, como la idea de no convertirse en “la cola de ningún partido” pues en sus propias palabras busca la alianzas electorales, pero desde un esquema de competitividad, cuando lo cierto es que en las elecciones de Junio pasado el gran ganador fue Acción Nacional,  en donde los candidatos ganadores fueron emanados de su grupo.

Es preciso reconocer que Alejandra Barrales cuenta con dos principales activos: es joven comparada con su antecesor, lo cual le podría permitir tener una mayor identificación con el gran sector del electorado que representa la juventud y es mujer,  situación fundamental en un proceso de empoderamiento femenino, más en la capital donde se ha caracterizado por la defensa de los derechos de este numeroso grupo.

Ante este panorama general, lo cierto es que la nueva dirigente es conocida en la Ciudad de México pero no en el interior de la República, lo cual complica que sea apreciada como la figura carismática que requiere la actual coyuntura y su puesto dependerá de la concreción de alianzas ganadoras principalmente en el Estado de México con miras al 2017 y 2018 a nivel nacional.

Sin figuras de autoridad con fuerte aceptación en sus filas, tal como lo señala el investigador Andrés Valdez  Zepeda;  “El PRD requiere una refundación con una plataforma política  de carácter socialdemócrata y terminar con las prácticas que se alejan de la democracia que promueven”.

De lo contrario el partido que en dos ocasiones tuvo la posibilidad de ocupar la Presidencia de México, quedará reducido a lo que hoy es “un partido colaboracionista”, que necesita unirse para seguir subsistiendo.

FACEBOOK: MIGUEL DELGADILLO IBARRA

TWITTER: @mike_delgadillo

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