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Con frecuencia se escucha el comentario de visitantes de América del Sur que encuentran a México menos pobre de lo que esperaban. Les sorprenden los edificios, multiplicidad de centros comerciales y cines, estadios y equipos de futbol, variedad y calidad de coches, incluso la infraestructura, el dinamismo, los mexicanos y muchas cosas más. Si su fuente es el comparativo de pobreza que hace la Cepal, no debe extrañar la sorpresa.
Según su último reporte, Panorama Social de América Latina 2015, y que ha causado revuelo en medios nacionales y llevado a festinar a los que prefieren un país pobre, México es sólo menos pobre que una economía de América del Sur, Paraguay, y que El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua en América Central. Todas las demás lo son menos: Argentina, Uruguay, Venezuela, Brasil, Colombia, Ecuador, Bolivia y el resto.
Según Cepal, el 42.1% de los mexicanos se encuentran en una situación de pobreza, mientras que sólo el 4.3% de los argentinos, el 16.5% de los brasileños, el 28.6% de los colombianos, el 31% de los ecuatorianos y el 32.7% de los bolivianos.
Hay, por supuesto, varias maneras de medir la pobreza y el tamaño de la clase media. Medirlas implica escoger una línea divisoria arbitraria y no constante en el tiempo que siempre será sujeta a discusión. Los comparativos internacionales son aún más complejos ya que las metodologías utilizadas no son las mismas. La propia Cepal reconoce este fenómeno: “Las decisiones metodológicas adoptadas en las mediciones nacionales difieren en cada país y, en consecuencia, no permiten su comparación ni su agregación para estimar el nivel regional.”
No obstante, el propósito del Panorama Social de América Latina es hacerlas comparables. “Por ello, la Cepal realiza estimaciones que procuran el mayor grado de comparabilidad regional posible, manteniendo una estructura metodológica común para todos ellos. Sus estimaciones se realizan en forma independiente a las de los países, aun cuando se utilizan los microdatos de las mismas encuestas en las que se basan las mediciones oficiales nacionales.”
Es decir, los investigadores de la Cepal ajustan las estimaciones de pobreza oficiales de cada país para lograr el mayor grado de comparación. En el caso de México, por ejemplo, parten de la medición de pobreza patrimonial de 2014 que estima un 53.2% (y no la oficial mutidimensional de Coneval de 46.2%), corrigen el ingreso de la Encuesta Nacional Ingreso Gasto de los Hogares, que calculan lo subestima en 50%, y concluyen que el 41.2% de los mexicanos es pobre. En el caso de Brasil, por ejemplo, parten de la proporción oficial de pobreza de 7% de la población y la corrigen para llegar a 16.5%.
No obstante, la corrección para la comparabilidad que hace la Cepal es errónea y desorientadora de la opinión pública y los analistas. No se necesita ser un experto en economía o pobreza para poner en duda los resultados: cualquier observador casual puede concluir que la proporción de pobres en México no puede ser 2.6 veces superior a la de Brasil o que Bolivia difícilmente es menos pobre que México.
El problema no es que unas mediciones estén bien y otras mal, sino que no son comparables, a pesar de la corrección. Es claro que la metodología mexicana es mucho más estricta que la del resto en América Latina y que por tanto estima una mayor proporción de pobreza en el país.
El problema es que Cepal presenta y promueve las mediciones de pobreza corregidas como si tuviesen el mayor grado de comparación; no lo tienen, por mucho.
Si se utilizara la metodología de Brasil para el caso mexicano, la proporción de pobreza total sería similar a la medición del Coneval de pobreza extrema de 9.5 para 2014. El Banco Mundial publica (http://databank.worldbank.org/data/reports.aspx?source=2&Topic=11) la proporción de pobreza por país con base a umbrales de ingreso diario en dólares corregidos por paridad de poder de compra. Con esta medición, en 2013, el 9.1% de los brasileños vivía con menos de 3.1 dólares por día mientras que para México el número sería de 10.3% en 2012.
Los resultados de la Cepal son también incongruentes con la medición del Producto Interno Bruto per cápita medido en dólares. Se antoja muy difícil que México sea el segundo país más pobre, comparado con todos los de América del Sur, cuando su PIB per cápita no es el segundo más bajo y es superior al de países con incidencia de pobreza menor, según la Cepal.
Alguno podría pensar que el PIB per cápita no es suficiente para concluir que la proporción de pobreza debe ser menor ya que no se toma en cuenta la distribución del ingreso. Es decir, es teóricamente posible que México sea uno de los países con mayor de pobreza si tuviere una distribución del ingreso más desigual que el resto a pesar de que su PIB per cápita no sea bajo. El problema con esta teoría es que el índice Gini, que mide desigualdad, muestra que México no es el más desigual de la región, de hecho es menos desigual que Costa Rica, Chile, Panamá, Colombia, Brasil y otros.
Es decir, si México no es de los países más pobres ni tampoco menos desiguales, se vuelve imposible que sea uno de los países con mayor proporción de pobreza comparado en América Latina como afirma la Cepal.
Hay una forma sencilla para apreciar el tamaño del error de comparabilidad. Si se supusiera que México es un caso extremo en la metodología de medición de pobreza, se puede llevar a cabo el siguiente ejercicio econométrico: una regresión de las proporciones de pobreza corregidas por Cepal (excepto la de México) como variable dependiente y el PIB per cápita y el coeficiente Gini como independientes permiten estimar el nivel de pobreza de México con la “metodología” de la Cepal para el resto de América Latina. Usando este método, se concluye que la proporción de pobreza en México sería de 23.9% y no 41.2%.
Alternativamente, se pueden modificar los coeficientes estimados de tal suerte que el resultado dé 41.2% para el PIB per cápita y el Gini de México. Con estos coeficientes modificados se puede reestimar la proporción de pobreza para el resto de América Latina como si hubiesen utilizado la “metodología” que la Cepal aplica a México. Así, el país resulta con una pobreza mayor que Uruguay, Venezuela, Chile, Argentina y Panamá, pero menor que el resto. La pobreza en Brasil pasa de 16.5% a 42.3% con la “metodología mexicana”.
La Cepal, que dirige Alicia Bárcenas, cree que México es uno de los más pobres de América Latina y que muchos otros tienen tasas de pobreza menores que las economías desarrolladas. Tiene razón de considerar inaceptable el alto grado de pobreza y en enfatizar que la pobreza en México no ha caído como en muchos de los otros países. No la tiene al no hacer la corrección necesaria para que los niveles de pobreza sean comparables y útiles para la política pública. El primer paso para superarla es reconocer su dimensión; sin embargo, la pobreza de la Cepal impide hacerlo.
@eledece