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Desde Oslo, de donde Edvard Munch lanzó al mundo entero El Grito de la angustia ante el vacío y la desesperanza, llegó en la mala hora que siguió al referéndum colombiano la mejor noticia de estos tiempos de canallas. El Comité Noruego decidió entregar el Premio Nobel de la Paz al presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, “por sus decididos esfuerzos para poner fin a la guerra civil de más de 50 años en su país”.
Premio para la tenacidad de Manuel Santos, para los dirigentes de las FARC que negociaron en la Habana hasta lograr el acuerdo y la reafirmación de la soberanía de Colombia. Premio para Raúl Castro. La decisión del Comité Noruego reivindica la voluntad de paz, reduce a nada la tenue victoria del NO en el referéndum que fracturó a la nación y que parecía condenarla a cien años de soledad, a prolongar las guerras que combatió el coronel Aureliano Buendía en las palabras incomparables de Gabriel García Márquez. Rodrigo Londoño, Timochenko, felicitó al presidente Santos y declaró que la insurgencia sólo aspira a un premio, el de la paz con justicia social.
Parte del bagaje que en México dejamos atrás al subirnos al tren de la ausencia. 2 de octubre no se olvida. Y las marchas conmemorativas fueron pálido reflejo de la marcha del silencio que salió de Ciudad Universitaria para entrar a la historia. El mito distorsionado al servicio de la desmemoria que instala un congreso constituyente en la CDMX. Porfirio Muñoz Ledo reclama derechos de autor y su palabra confirmará la marcha de sonámbulos rumbo al abismo. En los años del 2 de octubre que no se olvida, el entonces joven diputado Porfirio Muñoz Ledo subió a la tribuna para entonar loas al presidente Gustavo Díaz Ordaz en el informe presidencial de 1969.
Y todo sigue igual. O peor. El futurismo tiene tres vertientes y una ruta adicional constante y tozudamente trazada por tropical fijación de Andrés Manuel López Obrador por alcanzar la silla presidencial que Eufemio Zapata fue a buscar en las caballerizas de Palacio Nacional para quemarla y acabar así con la ambición de poder y la tiránica disposición de mandar. Emiliano, el calpuleque de Anenecuilco, mientras tanto, cedía la silla presidencial, que no era “silla de montar”, a Francisco Villa. Y la fotografía fijo para siempre el instante en que los de abajo ocuparon la sede del más alto sitial; el que Zapata abandonaría para volver a la tierra y Villa tendría que dejar para ir a combatir en Celaya.
Se acabó la reforma política por todos reclamada. El reformismo puso su impronta en el neoliberalismo y en la democracia sinónimo de capitalismo financiero. Y cuando se embarcó el priato tardío en busca del mundo ancho y ajeno de la globalidad, la apertura comercial abrió las puertas del sufragio efectivo y nos arrastró a la serie interminable de reformas electorales. Llegaron al poder los herederos de Agustín de Iturbide. La revolución cristera que emprendió Vicente Fox exhibió los escapularios bajo las bandas presidenciales; dio a los obispos de la intolerancia la clave para disolver la separación Iglesia-Estado y demoler las instituciones del Estado laico. Con la segunda alternancia no volvió el cesarismo sexenal: vinieron las reformas estructurales y nos fuimos todos en el tren de la ausencia.
Faltaba rehacer el artículo 123. Ya no era más que una calle en el Centro Histórico. Del sindicato de electricistas quedó el corto circuito de la firmeza sindical con la sed de oro. EL SME es junta de capitalistas con disfraz de cooperativa; el STPRM es un monumento a Doheny, el cruel, y a la locura del método encarnada en La Quina. Hoy pelean por conservar prebendas y fingen oponerse a las reformas al 123 que disolverán en ácido el derecho de huelga. La CTM erigió una estatua a Joaquín Gamboa y envió a una bodega la de Fidel Velázquez. Nadie recuerda lo dicho en la Cámara de Diputados por Fernando Amilpa: “Señores del PAN: ¡Tengan su democracia!”.
Llegó la hora del retorno al futuro. Eruviel Ávila asegura que no intervendrá en la designación del candidato del PRI a gobernador del Estado de México. Y que no piensa en la presidencial de 2018, sino en concluir la tarea de gobernar seis años su tierra. Luego se verá, dice, porque sabe que su partido necesita un candidato a gobernador que pueda ganar. Nada más. Enrique Peña Nieto no se inclinó por hacer candidato a un allegado, valido, pariente o no, porque estaba en juego la gubernatura del estado y la Presidencia de la República. Hoy llegan con ventaja. No habrá alianza PAN-PRD. Y la señora Josefina, que fuera candidata azul a la Presidencia, volvió a la iniciativa privada y ahí administra una fundación bienhechora con recursos multimillonarios del erario federal.
Nada impropio, afirman los panistas, pero en política lo que parece es. Por eso hay tranquilidad en Toluca. Nada puede hacer solo el PRD. En el PRI ya hacen cuentas los allegados a Alfredo Del Mazo, los de Carolina Monroy: Va de nuevo. Y salta a la palestra Ernesto Némer Álvarez, uno que presume amplio currículum. La consigna, lo obligado, es postular a uno que pueda ganar. Como dijo Eruviel Ávila, cercano a los militantes, a los de abajo. Así, tendría que ser Carlos Iriarte Mercado, presidente del PRI estatal.
Para “la grande” hay ya aspirantes a desplazar a López Obrador y capitalizar la jefatura de gobierno de la Ciudad de México, la clientela ganada al PRI, la pauta de una imaginaria candidatura independiente. Una que le permitió a Miguel Ángel Mancera hacerse de su propio partido sin tener que peregrinar por años: suyo es el PRD y suya la presunción de no inscribirse como militante y ser candidato a la Presidencia. En Morelos descubren tumbas colectivas ilegales, entierros clandestinos al estilo del crimen organizado; actos de autoridades; más de cien cadáveres. Graco Ramírez hace campaña en medios de comunicación para autoproclamarse candidato a la Presidencia. Pero se anuncia el descubrimiento de nuevas fosas clandestinas, ahora en Jojutla, al sur de la entidad. Y el PAN ve florecer sus posibilidades de volver a gobernar Morelos, mientras Graco prepara su despedida.
La pluralidad que impide a un partido ser mayoría hizo que en este septiembre de 2016 el panista Javier Bolaños presidiera la Cámara de Diputados. Recibir el informe presidencial de manos del secretario de Gobernación, acompañar al Presidente de la República en los actos solemnes del mes de septiembre; y estar al lado de los mandos militares tanto en festejos como en actos de duelo para honrar a los soldados muertos en nuestra guerra sangrienta contra el crimen. Todo un escenario nacional para el diputado Javier Bolaños; plataforma para la candidatura del PAN a gobernador de Morelos. Frente a un PRI debilitado y un PRD desprestigiado.
En el Senado de la República hubo guardia de honor para recordar el aniversario luctuoso de Belisario Domínguez. Pero nuevamente hay retraso para entregar la medalla que lleva la efigie del senador chiapaneco asesinado por ordenes de Victoriano Huerta. Eso y los derechos sociales de la Constitución, se fueron en el tren de la ausencia.