León García Soler

Transitar sin brújula

Transitar sin brújula
21/08/2016 |01:02
Redacción El Universal
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Desde San Luis Potosí hasta Nuevo León y Coahuila, “navegan el desierto” los campesinos en busca de la candelilla. Duro trabajo que produce ganancias enormes a los intermediarios. Antes del vuelco finisecular, compadres o validos del Poder Ejecutivo. Hoy no estoy seguro. La corrupción tan afamada se democratizó más aceleradamente que el desmantelamiento institucional. Pero validos o cómplices, con la fina cera de candelilla en cuya busca navegan el desierto los campesinos marginados del norte árido, semidesértico y cruel, los de arriba todavía obtienen enormes utilidades de la cera para cosméticos y para piezas de maquinaria fina.

Dinero, dinero, dinero, aunque bajo los encapotados cielos y el caos anarquizante en las tierras áridas, los de arriba y los funcionarios públicos a su servicio navegan sin brújula. Hacen desiertos y los llaman estabilidad. En la mala hora anuncian que al desmantelar Pemex desaceleraron las actividades y precipitaron la pérdida de 59 mil 629 empleos formales de julio de 2015 a julio de 2016. Campeche perdió 21 mil 431 empleos; Tabasco 21 mil 96; Veracruz 17 mil 45; y el desastre alcanzó hasta Chiapas donde se esfumaron cincuenta y siete empleos formales. Los recortes implacables de la Hacienda neoconservadora superaron los cien mil millones de pesos en ese andar “norteados”. Casi todos en Pemex.

O lo que fuera Pemex. La nueva administración del rompecabezas de los hidrocarburos tendrá que navegar en aguas profundas y, por lo declarado en el despiste del día, depende de la voluntad y ambición de las grandes empresas petroleras del mundo de la globalidad financiera. Sin brújula y con andar de cangrejos, esperamos el retorno de las que fueran las siete hermanas y antes grandes explotadoras de los veneros de petróleo que nos escrituró al diablo. Sí, de las que fueron expropiadas y luego nacionalizadas cuando la revolución mexicana encontró la ruta social y veía la frente, al horizonte. Ni modo. Según las cuentas de la oligarquía vamos bien aunque la estabilidad sea inmovilidad y ésta desarrollo económico.

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Sea como fuere hay que retomar los caminos del sur. El primer viaje presidencial de Enrique Peña Nieto fue a la América nuestra. Y con eso retomó el camino que nos llevó a Punta del Este y a enarbolar la no intervención, al voto en contra del aislamiento de Cuba, de su exclusión de la OEA. Cambiaron los vientos después de Ayotzinapa, o porque la apertura comercial al Pacífico incluía a Estados Unidos, además de Canadá, Ecuador, Perú y Chile, la brújula señaló al norte. Con la desafortunada participación de la secretaria de Relaciones Exteriores, Claudia Ruiz Massieu, intervinimos flagrantemente en la política interna de Venezuela. La herencia de Chávez se deshace entre las manos de un liderazgo ruidoso y de accionar desastroso. Pero México nada tiene que hacer en la imposición de un referéndum en la tierra de Bolívar.

Es nuestra política interior la que demanda atención y la inversión indispensable para que el sur deje de ser territorio en el que la pobreza es mayor a la que ya agobia al resto del país. Hay que llevar ante un juez a los gobernadores indiciados, a los de la corrupción y cinismo intolerables, a los de la incapacidad y ausencia de convicciones políticas. Sean del centro inane en el que vaga y divaga la mayoría, o de la derecha extrema en la que el apetito pantagruélico de dinero mal habido iguala a los partidos llamados grandes y a los que se alquilan al mejor postor. El desmantelamiento de Pemex nos legó el desempleo multiplicado donde ya era endémico el empleo informal. El navegar sin rumbo desvió los recursos públicos que llegaban a Campeche, Tabasco, Chiapas, Yucatán y Quintana Roo. Guerrero es tierra de nadie. Y Veracruz siguió los pasos del Quince Uñas y la corrupción del relevo generacional del medio siglo XX.

Del Golfo al Pacífico se escuchan los versos burlones y amargos: “Pobre del pobre que al cielo no va/ lo chingan aquí y lo chingan allá.” Cómo estará el infiernito que el PRI del relevo asignado al dueño de flotillas de taxis, Enrique Ochoa, eleva la voz y dirige el coro que condena la corrupción de propios y extraños. Piden procesar al Duarte veracruzano y al Duarte de Chihuahua, a Roberto Borge de Quintana Roo y al norteado ex gobernador de Nuevo León al que se negó amparo.

Y a panistas, como Padrés el ex de Sonora, a punto de verse procesados ante un jurado o cuando menos ante juez que no se podrá ocultar tras una montaña de expedientes. Pero los escándalos sirven para distraer de lo urgente, del desastre económico, del hambre que padecen más y más mexicanos; de la urgencia de liderazgos que ofrezcan proyectos y programas de gobierno. No basta poner el coco de la inseguridad y la violencia criminal para luego asustarse de él y asustar a los ciudadanos olvidados por el Estado de derecho, víctimas del vacío de poder y la ausencia del imperio de la ley.

El sistema plural de partidos, ausente el otrora hegemónico y también el que decidió ser movimiento y mandar al diablo las instituciones, llegan a ofrecer como propio lo generado por otros. Desde Panamá, donde recién inauguraron la ampliación del Canal, Andrés Manuel López Obrador envía video en el que ofrece comunicar por vía férrea a Coatzacoalcos, Veracruz, y Salina Cruz, Oaxaca: zona libre y brazos abiertos a la inversión extranjera de un mar al otro. Hasta el momento de escribir estas líneas no sé de un priísta que elogie al adversario por hacer suyo el programa puesto en marcha por Enrique Peña Nieto. Lo importante es que se haga realidad y sirva para demostrar que es posible el acuerdo de los opuestos.

En Tabasco y Campeche saben ya que el presidente Peña Nieto comprometió ayuda de cinco mil millones de pesos para aliviar en lo posible las pérdidas causadas por la inactividad petrolera. Pero sobre todo, ambos tienen capacidad y voluntad política para enfrentar el mal tiempo y navegar con la vista fija en el horizonte, en las estrellas, en el futuro que se construye cada día Arturo Núñez, político de conocimientos sólidos y decisiones firmes. Es el mejor priísta que milita en el PRD.

Alejandro Moreno Cárdenas es político de raza, activista por naturaleza, contrario a la idea del ocio tropical. En su primer informe de gobierno no dudó en denunciar el pésimo estado de cosas que le dejó su antecesor y compañero de partido. Y procedió a anunciar un vasto programa de inversión en infraestructura, en cientos de hectáreas de palma enana de coco, productoras de aceite y barrera a la deforestación; reconstrucción y dotación de agua potable y energía eléctrica en cientos de escuelas. Y la expropiación de los terrenos en los que deberían haber despuntado del puente que comunica a Ciudad del Carmen con Campeche capital.

“Para ser torero, lo primero es parecerlo”, dicen que decía Rodolfo Gaona. Mala hora ésta, pero todavía hay políticos por vocación, con voluntad de poder y de servicio. O al menos, lo parecen.