16/11/2016 |01:55
Redacción El Universal
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Bajo la incredulidad de algunos y el asombro de otros, el pasado 9 de noviembre, Donald J. Trump, se erigió como el presidente número 45 de Estados Unidos de Norteamérica.

La incertidumbre reina de lo que podrá suceder en los próximos cuatro años bajo el liderazgo del empresario convertido en político, y la pregunta versa en si el Trump candidato, será el mismo que Trump presidente de la nación más poderosa del orbe; de lo que no hay duda, es que los primeros 100 días, serán vitales para perfilar su mandato.

Los mercados reaccionaron después de la noticia de su victoria como se esperaba, con impacto negativo en el valor de la gran mayoría de las acciones mexicanas, y nuestra moneda se debilitó rompiendo la barrera de los 20 pesos por dólar y contenida quizá, sólo por un primer discurso con tono más moderado al acostumbrado.

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El voto del estadounidense blanco no preparado y rural, fue decisivo en su victoria, quien cansado del establishment votó por un cambio y no sólo de partido. Su queja del bienestar que no ha llegado a sus bolsillos y el deterioro de su ingreso medio desde que estallara la crisis del 2008, encontró eco en las arengas incendiarias de un candidato que prometía devolverles sus trabajos y satisfactores arrebatados por inmigrantes.

Como sucede con muchos populistas, las medidas tomadas a favor de las mayorías pueden revertirse rápidamente en contra de los supuestos beneficiarios.

La disminución de impuestos y el aumento del gasto en defensa y en infraestructura propuestos, seguro darán un impulso a la economía estadounidense, pero puede terminar en déficit y endeudamiento nocivo, que acabe por alterar la estabilidad macroeconómica. Como consecuencia acecharía el más perverso de los “impuestos regresivos”, la inflación, que hace a los pobres más pobres y a los ricos más ricos.

Por otro lado, la guerra comercial tampoco parece una buena idea. Echar a la borda muchos de los tratados de libre comercio, incluyendo al mexicano, significa a la postre anular millones de empleos, en una nación donde abatir la tasa de desempleo récord de 10%, después de la crisis, llevó varios años y donde la productividad no levanta.

Así mismo, encarecer arancelariamente las importaciones, significaría privar al consumidor estadounidense de productos de calidad a precios razonables, otra vez, actuando a contrapelo de lo deseado. Así, las nuevas restricciones al comercio internacional y a la inmigración, terminarían por provocar un impacto desfavorable al crecimiento de largo plazo.

Hacer caso omiso o revertir los acuerdos de París, sobre cambio climático y acceder a obras de infraestructura, como la construcción de dos oleoductos, que el presidente Obama no permitió, sin importar los daños ecológicos, es echar a la borda el camino andado y de los subsidios dirigidos a energías limpias.

Si en realidad los precios de los hidrocarburos una vez más bajan por mayor petróleo del que EU necesita, se harán menos redituables las energías renovables, frustrándose la transición energética. Otros países seguirán en ésta y rebasarán en eficiencia rápidamente a EU, perdiendo competitividad sobre sus productos.

Además, uno de los efectos más pronunciados del cambio climático es el del surgimiento de enfermedades, que generalmente afectan más que proporcionalmente a los más vulnerables, que son a los que paradójicamente se trata de proteger.

En fin ¿qué pasará? nadie lo sabe a ciencia cierta por ahora, una nueva era la de Trump, se abre camino y se discuten todos los escenarios posibles.

La estanflación, una combinación de inflación y desempleo, sería factible de acuerdo al escenario más adverso que significaría que Trump lleve a cabo todas sus promesas de campaña; así el crecimiento real, de acuerdo con Goldman Sachs sería menor en 0.8 puntos porcentuales en 2018 y 2019, mientras que la inflación llegaría a 2.3% a comienzos de 2019, con una elevación de la tasa de desempleo de 5.1%, desde los niveles actuales de 4.9%.

Como dice Hillary Clinton, ante la ola de protestas que se han desencadenado después de su nominación, “démosle a Donald la oportunidad de gobernar”. Por ahora, esta nueva era, sin duda, será un parteaguas para que los mexicanos reflexionemos y actuemos.

Directora del Instituto de Desarrollo Empresarial Anáhuac en la Universidad Anáhuac, México