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Pensé muchas veces que no lo lograríamos, pero resulta ser que sí: la Constitución de la Ciudad de México será terminada en tiempo y forma. ¿Cómo quedará? Aún no sabemos bien.
En esta semana tan dura para el país (¿a poco no parece que Donald Trump lleva más tiempo en el poder?) la unidad permeó hasta en la Asamblea Constituyente... y luego la volvió a romper.
El viernes, algo inédito pasó: el dictamen de la Comisión de Pueblos y Barrios Originarios y comunidades indígenas residentes fue votado por unanimidad y sin discusión. Hasta los dos diputados que tenían reservas presentadas, Esthela Damián y Gabriel Quadri, decidieron retirarlas. ¡Ni siquiera Jaime Cárdenas Gracia se opuso!
Es un momento inédito e histórico porque, además, la Ciudad de México se convierte en el primer lugar del mundo en hacer efectivo el derecho a consulta para pueblos indígenas establecido por la ONU.
—Hay que decir que casi casi habemus Constitución —decía Alejandro Encinas. Pero aún faltaba la larga discusión del sábado de lo que no ha pasado por dos terceras partes, los transitorios y el preámbulo.
Momentos antes de la votación de Pueblos y Barrios, que se dio cerca de las 10 de la noche, habíamos votado un pronunciamiento sobre las acciones de Donald Trump en su primera semana en el poder.
“Ante la reprobable amenaza a los derechos humanos de la comunidad mexicana que representan las acciones del presidente de Estados Unidos, México está obligado a velar por los intereses soberanos de nuestra nación y particularmente por la comunidad de más de 34 millones de personas de origen mexicano que viven en ese país. Por lo tanto, en esta Asamblea repudiamos cualquier acto del gobierno estadounidense que atente contra la dignidad e integridad de nuestros connacionales”, decía una parte.
Todos los grupos parlamentarios hablaron en Tribuna para apoyarlo. ¿El mejor discurso, según mi percepción? El de Gabriela Cuevas. Aunque hubo reclamos al gobierno federal (y cómo no), como el de Dolores Padierna o el de Bernardo Bátiz, fue votado por unanimidad. Para la historia folclórica de la Asamblea queda el discurso del aguerrido Juan Ayala, líder sindical, y el llamado de la muy conservadora Aída Arregui, de Encuentro Social, a cuidar a la familia, a la pareja, a la unidad en la misma Asamblea porque dice —yo pienso que es todo lo contrario— que integrantes de diversos partidos no se hablan entre sí.
Pero dignidad fue la palabra clave del viernes. Dignidad ante Trump; dignidad, que es el reclamo histórico de los grupos indígenas.
—La Pachamama acomoda las cosas —decía Carlos Cruz, integrante del Grupo Redactor y visitante frecuente a la Asamblea, al terminar la votación del viernes en medio de aplausos y abrazos. Sí, algo así. Pero no duró mucho.
La desitacatización.
Un sábado de discusión, cerca de las dos de la mañana, Porfirio Muñoz Ledo acuñó el término. Fue cuando el tema de la renta básica nomás no pasó por dos terceras partes, dada la oposición del PRI y del PAN. Me refiero al “itacate legislativo”.
¿Qué es? Las partes de diversos dictámenes que fueron votadas por mayoría pero que, al no tener dos terceras partes de los diputados presentes, supuestamente se regresan a comisiones.
Supuestamente, escribí. Eso dice el reglamento: se tiene que sesionar en la comisión y volver a presentar una redacción. La realidad es que se discute en la Mesa de Consulta, se negocia ahí. Esta semana votamos por que todas las discusiones, incluyendo las de Mesa de consulta, sean públicas. Será interesante leerlas, pero también hay que saber otra cosa: muchas veces las negociaciones son, más bien, uno a uno o vía mensajes de texto o WhatsApp.
Esta semana, Enrique Provencio, intelectual respetado y que tiene sentido del humor, escribió la definición del reto de la semana, en el que seguimos mientras escribo esta columna:
Desitacatización.
1. m. V. Mex. Del náhuatl itacatl
2. v. Asamblea Constituyente de la Ciudad de México. Dícese de la operación urgente para eliminar el itacate legislativo de reservas que no alcanzaron dos terceras partes de la votación y que fueron endilgadas a la Mesa de Consulta”.
Yo contribuí con el siguiente trabalenguas: A la Asamblea Constituyente la quieren desitacatizar, el primero que la desitacatize, el mejor desitacatizador será.
Así pues, la mesa “desitacatizadora” comenzó a sesionar a las 2 de la tarde en el salón Luis Donaldo Colosio el sábado. Antes hubo reuniones bilaterales. Los compañeros de la prensa estaban muy molestos porque no pudieron pasar. ¿Qué clase de Parlamento Abierto es ese?, se quejaba Carmen Jaimes, muy molesta. De la unidad del viernes pasamos al desacuerdo el sábado. Hay pocas cosas que se resolvieron por consenso y muchas se discutirán en el Pleno que comenzará cuando yo tenga que enviar esta columna. La idea sigue siendo terminar este sábado o domingo en la madrugada, quién sabe a qué hora. No sólo el itacate, sino también los transitorios y el preámbulo (que creo que tiene altas posibilidades de que desaparezca). Terminar para dejar un par de días a la Conferencia de Armonización para que unifique el texto sin cambiarlo, algo que será todo un reto también. Hay muchos temas interesantes en el “itacate legislativo”. El acuerdo es que lo que no alcance mayoría calificada desaparece del texto. Punto. De plano. Ya no se vuelve a reservar para seguir eternamente discutiendo como en un eterno Día de la Marmota (una película sobre un día que se repite una y otra vez). ¿Cuántas cosas desaparecerán? En el itacate está el tema de la progresividad fiscal que quiere la izquierda, y PRI y PAN no; el de la renta básica (en el Artículo 14 pero también sus reglas de operación, por así decirlo, en el 22); la muerte digna, con la que no están de acuerdo ni el PAN ni el PRI, igual que sobre el voto a los 16 años, la ciudadanía universal, el voto de reclusos sin sentencia, la revocación de mandato. Está también la reelección legislativa que, basándonos en la Constitución federal puede ser de hasta cuatro términos, es decir, doce años o los periodos en los que sesionará el Congreso; el referéndum para reformar la Constitución. También un tema importante: el Artículo 21, inciso C, numeral ocho, sobre las famosas “plusvalías”, que ha combatido con todo las inmobiliarias y también una diputada en particular, de Morena, Elvira Daniel (aunque a la hora de votar se abstiene, sí argumenta como “experta técnica”) quien es integrante de la familia dueña de Grupo Danhos, y el PRI. Una alianza que bien podría llamarse “PRIMOR”, como dicen en la Taquería Constituyente: esa pequeña salita junto al baño, atrás del Pleno, donde sirven comidas y cenas que llegan en contenedores de plástico y que se come mientras estás parada, en platos desechables, con un ojo al monitor que pasa la sesión por si tienes que salir corriendo a votar. Algo saldrá y quizá se entere cuando lea esto, no sé si acabaremos en la noche o mañana iremos a sesionar otra vez. Quedarán un par de días para armonizar el texto, a cargo de Porfirio Muñoz Ledo y su equipo. Los dictámenes, como están, sí se ve claramente que fueron redactados a diversas manos y habrá que unificar cosas, aclarar contradicciones, etcétera. Habrá que revisar que en la versión final no se meta algún duende.
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