Aunque hubo días en la semana pasada en los que se antojaba imposible llegar a un acuerdo, el viernes la Asamblea Constituyente logró tener al fin su Reglamento interno. Después de siete horas y veinte minutos de discusión, pasaditas las 8 de la noche, tras presentar y en muchos casos discutir 17 reservas que hicimos los y las diputadas, al fin se logró con el voto de todos los presentes a favor, salvo la abstención de un diputado de Morena: Javier Quijano. Tan sólo a cuatro horas de que acabara el día límite marcado por la ley.
Siete horas de discusión y eso que el reglamento ya llegaba arropado por un consenso mayoritario, tras que una comisión de todos los partidos, discutió punto por punto durante 9 días.
¿Es un mal signo que en todo la discusión sea ardua y apasionada para lograr el voto por dos terceras partes? No, yo no lo veo así. Es un reto, sin duda, pero uno que deberá ser bueno para la Ciudad de México y su primera Constitución. Todo está a revisión —cada uno de los 76 artículos, 21 artículos transitorios en 9 títulos— y será discutido en comisiones para luego, uno por uno, en el Pleno.
Contrario a otros Congresos, donde muchas veces las mayorías aplastan a las minorías y sus propuestas ni siquiera se ponen a discusión, este Reglamento evita que esto suceda. Para lograr las dos terceras partes se necesita de un voto a favor no sólo de dos partidos grandes, sino de tres, por ejemplo. O de dos y de todos los “grupos parlamentarios”, o “por afinidad política”, que pueden integrarse a partir de tres personas en el primer caso, o de cinco en el segundo.
Y muchas veces pasará lo que alertó en la sesión del viernes Alejandro Encinas (el único senador que pidió licencia para ejercer el cargo de constituyente de manera única): “En este Constituyente tendremos discusiones intensas aún estando de acuerdo. Necesitamos aprender a escucharnos”.
Encinas dijo esto después de que ya llevábamos casi una hora discutiendo algo sobre lo que ningún partido estaba en desacuerdo: la necesidad de tener un sistema claro de Parlamento Abierto (donde se escuchen las propuestas de la ciudadanía, se tomen en cuenta, se integren al dictamen; donde todo documento de trabajo sea público). Había en la mesa propuestas diferentes para lo mismo de Movimiento Ciudadano, Morena, PRD. El PAN, PRI y los otros partidos chicos también estaban de acuerdo.
Será un arduo trabajo porque sí hay visiones muy distintas de lo que debe contener —o no— la Constitución.
Muchos constituyentes han opinado públicamente que debe ser un texto mucho más corto; menos reglamentario. Tomo algunas declaraciones dichas en el programa de debate de Joaquín López Dóriga esta semana, “Si me dicen, no vengo”. Fue un buen reflejo de la discusión a venir.
Mientras que en el programa Encinas dijo que era un proyecto heterodoxo y que sí buscaban “hacer una provocación que saque de la clandestinidad la discusión en torno a la Constitución de la Ciudad”, hubo otros puntos de vista muy diferentes.
“Es un proyecto hiperreglado”, dijo el senador del PRI Raúl Cervantes, constitucionalista a favor de un texto mucho más corto. “Necesita cirugía mayor”, opinó Ernesto Cordero del PAN y también puso el dedo en un tema que sin duda será polémico: si se rebasa la Constitución federal. Hay muchos temas que podrían ser entendidos así, como el tema de la despenalización del uso de la marihuana y los “derechos” de los animales. Miguel Carbonell, quien a pesar de pertenecer al grupo asesor del texto de Mancera presentó un texto constitucional de su autoría, insistió mucho en que el proyecto carece de “técnica legislativa”, que debe usar un lenguaje más comprensible y que se pueda aplicar.
El PRD —y Morena, que estaría incluso a favor de ampliarlo aún más— quieren que se vean reflejados muchos derechos en ella y causas específicas.
Vuelvo al viernes. En el posicionamiento inicial del Reglamento, a nombre del PRI, José Eduardo Escobedo citó a un constituyente de 1917, Cándido Aguilar, que, tras recibir la propuesta de Venustiano Carranza, dijo: “A partir de mañana habremos de iniciar una obra enteramente distinta”.
Seguramente será así.
Lo será también porque en esta Asamblea, al pertenecer a ella tantos constituyentes que somos externos y no militantes de un partido, al ser también un trabajo que aceptamos de manera honoraria, los incentivos son otros a un congreso tradicional. Si bien sí se perfilan “bloques”, no necesariamente serán inmutables.
¿Terminaremos a tiempo? Con tanta discusión, con un Parlamento Abierto y al discutir artículo por artículo de manera doble (en comisiones primero y luego en Pleno), ¿acabaremos en el tiempo plasmado en la reforma política del DF, el 31 de enero de 2017?
No, yo creo que hay muchas posibilidades de que no…. Y eso puede ser un problema constitucional que habrá que ver cómo se resuelve.
El mismo Bernardo Bátiz, coordinador de Morena, lo dijo en un momento en el que usó la Tribuna para hablar del Reglamento —al que llamó un hito por la forma en que fue negociado— pero también para volver a criticar a los 40 constituyentes designados por distintos Poderes:
“No hay igualdad, hay una diferencia abismal que hiere la esencia y el origen de nuestro cuerpo colegiado, vamos a recordarles durante seis meses hasta el cansancio, sobran 40, sobran 40”. (Por cierto, se niega a hablar con Dolores Padierna, coordinadora del PRD, porque ella fue designada por el Senado).
Deje lo de que sobran 40, un discurso que nadie duda que Morena usará hasta el cansancio, y sus razones tienen. Dijo ¡seis meses! Habrá que ver hasta dónde estira la liga Morena como parte de una estrategia claramente política: diferenciarse de todos los demás, como ha dicho Andrés Manuel López Obrador. Recuerde que él ha dicho que existen dos partidos: Morena… y los demás.
¿Y ahora qué sigue? Si bien ya hay reglamento, para iniciar la discusión formal que llevará a los votos, aún faltan dos cosas: la elección de la Mesa Directiva y la asignación de los y las diferentes constituyentes a Comisiones. Tenemos para lo primero hasta el miércoles 5 de octubre, fecha en la que hay cita de nuevo en el Pleno.
Para nadie es un secreto que Porfirio Muñoz Ledo aspira a presidir La Mesa Directiva. Tiene muchas posibilidades. Nadie discute su trayectoria, trabajo en el tema y algo importante: su papel en la negociación del Reglamento que le dio voz a todos.
Pero no será el único candidato, supongo. Podría ser también Alejandro Encinas. ¿O quizá una mujer, como Olga Sánchez Cordero?
Luego están los otros seis lugares: tres vicepresidencias y tres secretarías.
El Reglamento ya estableció que habrá ocho comisiones de trabajo: una por título del proyecto de Constitución a discutir:
Principios Generales con cinco secciones (principios generales, pacto fiscal, estatuto de capitalidad, estabilidad y reformabilidad constitucional y régimen transitorio); Carta de Derechos; Desarrollo Sostenible y Planeación Democrática; Ciudadanía, Ejercicio Democrático y Régimen de Gobierno; Poder Judicial, Procuración de Justicia, Seguridad Ciudadana y Organismos Constitucionales Autónomos; Alcaldías; Pueblos y Barrios Originarios y Comunidades Indígenas Residentes, y Comisión de Buen Gobierno, Combate a la Corrupción y Régimen de Responsabilidades de los Servidores Públicos.
Cada comisión tendrá, según el reglamento, entre 13 y 23 constituyentes. Y cada diputado podrá formar parte de hasta de dos comisiones. Las comisiones deben integrarse bajo el principio de paridad de género con una presidencia y tres secretarías.
Yo aspiro a pertenecer a la de Carta de Derechos.
Notas varias. —Javier Jiménez Espriú, de Morena, pidió licencia por un mes. Del 1 al 31 de octubre. Carlos Payán, fundador de La Jornada, no será constituyente. Vive en España; no se encuentra del todo bien de salud (espero que mejore pronto), ya asumió su suplente, el también periodista Jesús Ramírez Cuevas, vocero del grupo, quien fue coordinador de redes sociales de la campaña de AMLO en 2012.
—Ya llegó la diputada 100. Es una priísta de Hidalgo: María Gloria Hernández Madrid. Hay 52 constituyentes hombres y 48 mujeres.
—Sobre el tema de los designados, Morena aún analiza si presenta un amparo… el único recurso legal que les queda.
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