Para Héctor Gandini, con un abrazo.

Había una vez un partido político que tenía usos y costumbres muy arraigados. Para esconder lo que todos sabían que era verdad, es decir, que un solo hombre, el Presidente, decidía todo y era el dueño de las siglas, todo un mecanismo se echaba a andar.

Esta vieja práctica era más o menos así: un periodista cercano al poder filtraba un nombre. El nombrado, claro, decía que sí, que estaba interesado, que era un gran honor, pero que esperaría a la convocatoria, a lo que decidiera el partido.

Y entonces, bien espontáneamente, como si del inconsciente colectivo de Jung se tratara, de pronto las “fuerzas vivas” del partido lo aclamaban, todos sin chistar.

El partido tenía tres sectores que lo arropaban, hablando maravillas de él: el sector obrero, la CTM o Confederación de Trabajadores de México (donde para ser su líder ya deberían poner en los estatutos que no puede llegar ningún hombre menor de 70 años); el sector campesino, a través de la CNC, o Confederación Nacional Campesina, y la CNOP, el sector popular de la Confederación Nacional de Organizaciones Populares.

De pronto, no había duda alguna. ¡Todos coincidían, qué felicidad!

Y esta historia que les acabo de relatar sucedía sin falta y se hablaba de democracia. Así pasaba, por más increíble que suene… o suena.

Suena, en presente, porque es justo lo que acaba de suceder, en pleno siglo XXI con Enrique Ochoa Reza, quien hoy, si todo sigue como en el guión, será aclamado por los 748 Consejeros Nacionales del Partido. Ellos y ellas, ¿qué creen?, también coincidirán en que este joven de 44 años, que renegó de su militancia partidista en el 2010, que nunca se ha postulado a cargo de elección alguno, sea el que guíe sus destinos rumbo a 2018, cuando están en serios problemas para ganar. Lo harán porque, además, ¡no hubo nadie más que se postulara!

Enrique Peña Nieto es un viejo joven del PRI. Queda claro que sigue con las mismas formas y esto le dará… ¿seguridad? Queda claro que, quizá más que jóvenes vs. viejos, lo que a EPN le interesa es que sea alguien cercano. Ochoa Reza tampoco es un chavito: pasa de la cuarentena; aunque si es “nuevo” en un cargo partidista.

Sólo hay un bemol: las voces en contra que han surgido —curiosamente todas de dirigentes de la vieja guardia, que no se cuecen al primer hervor— son los mismos que vivieron esta película una y otra vez. Ellos y ellas lo llaman un error en tonos que son estridentes para el PRI que no está acostumbrado a la disidencia, pero timoratos vistos desde afuera. No son pocos: María de los Ángeles Moreno, Gustavo Carvajal, Dulce María Sauri. ¡Hasta Ulises Ruiz, ese impresentable ex gobernador de Oaxaca se refiere a “formas arcaicas” y “obediencia vergonzante a la voluntad superior”! ¿Le habrá sangrado la boca?

¿Quién tiene la razón? No lo sé. Será interesante ver lo que pasa. Moreno, una de las cinco mujeres que han dirigido al PRI, hace unos días hacía unos comentarios que son dignos de reproducirse en el contexto de esta historia:

“A veces estamos seleccionando a gente muy joven, con un rostro agradable, que retrate bien, que su voz se reamplifique de manera muy adecuada; sólo nos falta prenderles un moñito y decir: aquí está, sociedad, te presentamos este maravilloso y guapísimo candidato.

“Creo que una práctica muy sana es decir: Esa persona que tiene buena imagen pública, tiene un reconocimiento de sensatez, honorabilidad, trabajo, aunque esté feíto o feíta, debe ser el candidato…”.

Si Ochoa —y los candidatos y candidatas que elija— resultan ser justo así, ¿votaremos por ellos? No es sólo, claro, una prueba para el PRI, sino de otros partidos que parecen pensar lo mismo frente a otro perfil radicalmente diferente que crece y crece: Andrés Manuel López Obrador.

Es digno de estudio, por cierto, que los jóvenes no necesariamente se sienten identificados con jóvenes, o con figuras que podrían ser sus padres, sino con figuras, digamos, de abuelos. ¿Otro ejemplo? Bernie Sanders.

Y reitero que no es una cuestión sólo de edad por la decisión —que sorprende, para bien— de Peña Nieto de mandar a su gobierno a interponer una acción de inconstitucionalidad contra dos gobernadores que cuando era candidato no dudó en llamarlos integrantes del “nuevo PRI” que abanderaba: Roberto Borge y Javier Duarte.

Ayer mandó las acciones a la Suprema Corte de Justicia para ahí se analice lo que parece claro: que los dos están abusando de la ley para nombrar sus respectivos “paquetes de impunidad”, es decir, todo un entramado legal para protegerse ahora que dejarán el poder.

Fuerte el mensaje: creo que no es exagerado decir que EPN y su gobierno pinta su raya con ellos; los deja solos y a manos de sus enemigos. Ya les habían mandado mensajes en todos los tonos y no entendieron. “Es desesperante” me confiaba una fuente priísta al hablar de uno de ellos.

Hay una petición en Change.org creciente que dice: “ Que no escape Duarte”. No se refiere a que Javier del mismo apellido (no César, aunque bueno, también le quedaría) se vaya del país, huyendo… aunque no habría que descartarlo… sólo que no escape de la justicia.

Parece que así será.

Las cosas se ponen peores para Javidú. A las malas noticias (para él) del lunes por la acción de inconstitucionalidad a su “paquete de impunidad”, se suma que el Sistema de Administración Tributaria, SAT ya presentó ante la PGR 32 denuncias por la desaparición... perdón, por el desvío de 645 millones de pesos del gobierno de Veracruz mediante la creación de 21 empresas fantasmas.

Ahora sabemos que son 31 las empresas y una persona física sobre las que va el SAT. La mayoría de ellas reportan perdidas. Ya se ordenaron 26 auditorías, pero sólo en 2 se localizaron a los contribuyentes.

También 24 empresas o son megaautosuficientes con el dueño u operan con robots, porque sólo 2 reportaron empleados. Deberían de darles algún reconocimiento al desempeño laboral a 29 empresas: su representante legal es al mismo tiempo uno de sus socios (un buen ejemplo para las Pymes, seguro)

Sólo una hay na empresa ganona, la cual, entre 2013 y 2015 reportó ingresos por más de mil millones de pesos.

¿Recuerda cuando “en la plenitud del pinche poder” (diría su mentor Fidel Herrera) le regaló una caña de pescar a Héctor Yunes, quien sí fue el candidato del PRI y hasta él le pide que renuncie? ¡Quién lo diría! Quizá podría ser utilizada para atraparla a él, un pez gordo.

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