Como desde hace tiempo Warner y Universal Music México ya han bajado la cortina en torno a las novedades que, en otros tiempos, se ofrecían a críticos y especialistas de los medios impresos, quedando sólo la vieja guardia de Sony Music, se ha propiciado un curioso fenómeno: el surgimiento de un A&R clandestino que ha aprovechado una brecha coyuntural para apropiarse de los catálogos nacionales e internacionales, dando lugar a una turba informada y conocedora de los diversos estilos y escuelas musicales, con predominancia en el rock, que cree firmemente en el disco físico, trátese de vinil o compacto.
Estos francotiradores, necesarios en un ámbito cultural, que no cree en las patrañas de las descargas digitales y menos en mucha de la música basura que se confecciona ahora, han aprendido la lección: más vale ofrecer alternancia y novedad reciclada con material extra que, a un precio inimaginable, se vende en lugares específicos de la periferia. Lo que antes se llamaba promoción (entregar las novedades discográficas y esperar las correspondientes reseñas por parte de críticos y especialistas en los medios impresos) se ha sustituido por un infame bombardeo de boletines por parte de lo que queda de las disqueras, suplicando publicación, pero sin oír el disco.
O, en el mejor de los casos, las “Majors” del disco mandan un link que, ya se sabe, no se puede oír con la calidad de un equipo profesional stereo. A lo más que se llega con eso es a un pinchurriento MP3 (en su versión, digamos, más pro). Por eso muchos especialistas han optado por mandar al carajo a las disqueras y prescindir de su subvención. Bien se sabe que, por unos cuantos pesos, cualquiera puede tener, clonación mediante, todo lo que vale la pena que, mensual o semanalmente, produce la industria.
De ahí que, por ejemplo, estos consumados emprendedores bucaneros se conviertan en dealers profesionales, que ofrecen lo que las disqueras, por andar en las descargas digitales, no. Los ejemplos para encontrase con las versiones discográficas físicas de muchos vellocinos de oro abundan: muchos discos originales de rock grabados de los años 60 a la fecha, resurgen ahora corregidos y aumentados.
Por ejemplo: tomado directamente de la nubes que ofrece Internet, se puede conseguir el disco original de la banda angelina X: Wild Gift —producida por el ex Doors— Ray Manzarek, con sus 13 temas únicos, más siete bonus tracks prácticamente desconocidos. Por eso no es raro que, casi a la velocidad de la luz, aparezca aún antes de que lo saque Sony Music (sí es que lo saca), el nuevo (Americana) de Ray Davies. O que, con una edición extra que incluye LP, a un precio que haría cortarse las venas de rabia los de Warner, salga el triple CD de The Doors del 50 aniversario con versiones alternas.
Y así como esos se apuntan el nuevo Infinite, de Deep Purple, y una gran cantidad de The Very Best, Definitive Collection o AnAmericanathology’s de agrupaciones como The Eagles, Bad Company, Men at Work, The Kinks y, entre otros, todo Bob Dylan: Live 1975 The Bootleg Series, mientras los de prensa de las compañía, tacañamente, siguen mandando boletines y boletines… como si los discos fueran de ellos.
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