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Está verdaderamente loca Kate del Castillo si de veras cree —como ha declarado— “que no conoce otra producción mexicana de esta envergadura que haya tratado de enseñar la vida en Tepito”.
La amiga de El Chapo, no sólo no conoce el barrio bravo sino que es muy probable que ni se haya parado ahí nunca o actualmente, como los guionistas de la serie de Netflix, que ya se vende en la piratería con inusitado éxito, para lo mala, tramposa, intolerable y chafa que es.
Muchos de los que la venden en Tepis se ríen de los 15 capítulos pero, al mismo tiempo, celebran una entrada económica que no se esperaban por vía de la ignorancia de compradores que, como la Kate, parece que no conocen para nada la problemática de este país. Obviamente el personaje que interpreta Del Castillo, para nada se inspira en la controvertida primera dama, Angélica Rivera, sino que es en un retrato de corrupción de alto impacto, sexualidad desbocada, empleados que presumen su inglés combinándolo con el español, piratas de a peso, que tienen en su laptop pegatinas de hacker, presidentes emergentes que no dan el ancho en un México irreal, que trata de pasar como la neta, con música “$upervisada” por la monopolizadora Lynn Fanintchein.
Los tres culpables de este bodrio televisivo de éxito son Epigmenio Ibarra, Verónica Velazco y su hija Natasha Ybarra-Klor, que funge como la principal guionista una investigación tepitense de muy poco presupuesto, que salta a la vista. Los directores José Luis García Agras, Pedro Ibarra Pitipol”, hermano de Epigmenio y hasta su hija Eréndira participan en el negocito familiar de Argos Televisión y Netflix México. Después del timo que resultó a la postre el triángulo y las consecuencias del encuentro Chapo-Del Castillo-Sean Penn, la producción se fue a San Diego, para recrear ahí Tepito. Alberto Guerra, que interpreta a Kanek (otro de los que parece que tampoco conoce ni la intersección de Jesús Carranza y Matamoros donde rifa la piratería de discos, también finge demencia: “Jamás pensé que se podría reproducir Tepito en EU, pero lo lograron”.
En la serie tomaron de refilón el problema de los 43 desaparecidos de Ayotzinapa; los rebajaron a 39 e iban muy machitos a rescatarlos a un centro de detención clandestino pero, a la hora de la hora, al comando armado “Las Cabronas de Tepito”: (y asociados) se les olvidaron por andar buscando a La hermana de Kanek (La Mosca). Ya se sabe, hay toda clase de infiltramientos, luchadores de paz colombianos, familia e hijos en crisis, alianzas, agentes de la CIA en contubernio con altos empresarios (Tomás Urquiza interpretado por Fernando Luján) y corruptelas, desde que asesinan al presidente independiente (que parece priísta) Diego Nava Martínez (Erik Hayser). Su mujer, Emilia Urquiza, decepcionada quiere el divorcio. Un discurso televisivo de giro de radical del presidente, encaminado a tratar de salvar la situación familiar y la de lo país, se ve truncado por una bala en la cabeza de Nava. La escena del crimen es manipulada y Emilia es culpable en una historia muy a la mexicana difícil de tragar.
Como se trata de un thriller de ficción, no periodístico basado en una investigación seria, todo se vuelve acomodaticio para el espectador que sabe adaptar la trama, lo mismo que para el ignorante o analfabeta que le da igual. Parece que este último es el que la está volviendo un éxito.
Pero no se dejen engañar.
Es bastante mala.
pepenavar60@gmail.com