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En 1997, participamos en la elaboración del Programa Integral de Transporte y Vialidad Metropolitano, en el cual se le daba prioridad a los proyectos, principalmente de Metro, trenes ligeros y trenes suburbanos, con un ambicioso plan de inversión para llegar en el 2010 a 22 líneas de Metro y trenes ligeros.
Hoy, 20 años después, nos encontramos sólo con 12 líneas de Metro; la última, la “Línea Dorada”, con serios problemas de diseño y ejecución por la corrupción de las autoridades de la CDMX.
Una de las cualidades más importantes de este programa era su carácter metropolitano. Finalmente, la “Ciudad”, además de las 16 demarcaciones de la CDMX, incluye los municipios de la Zona Metropolitana de la Ciudad de México (ZMCM), que corresponden principalmente al Estado de México. En Ciudad Posible hemos insistido –y lo seguiremos haciendo– en la necesidad de reeditar este programa y evitar así que se sigan haciendo proyectos de acuerdo a las ocurrencias del momento.
Un programa integral de movilidad con visión metropolitana y de largo plazo debe recuperar el Plan Rector del Metro, que como ya lo dijimos aquí, representa el sistema troncal de transporte público en la ZMCM, basado en Metro, trenes ligeros y trenes suburbanos.
También es fundamental la renovación del Servicio de Transportes Eléctricos; adquirir más y mejores trolebuses, recuperar algunas de las líneas de tranvías y renovar el viejo esquema de los ejes viales, con sus carriles de contraflujo exclusivos para el transporte público. A la vez, resolver cientos de “cuellos de botella” viales debido a obstrucciones, eliminando y modificando las absurdas obras de “espacio público” de esta administración, que sólo han servido para reducir el espacio vial.
El gobierno de la CDMX, al igual que el del Estado de México, han abandonado por completo las inversiones en Metro, tanto en la realización de proyectos para nuevas líneas como en su mantenimiento. El Sistema Colectivo Metro se está cayendo a pedazos y las autoridades no hacen nada para mejorarlo. Hay más de 100 trenes fuera de operación por falta de mantenimiento y esto provoca saturación en los andenes por la baja frecuencia de paso. Esta situación es criminal y no debemos tolerarla.
Ciudad Posible estudia y propone políticas metropolitanas y es precisamente en el transporte público donde se requieren de manera urgente. La semana pasada anotamos en este espacio dos problemas muy graves en relación al proyecto de la nueva L7 del Metrobús: primero, porque responde más a un gran negocio de las empresas de cemento que construyen el carril exclusivo en concreto hidráulico; en la investigaciones que hemos realizado, concluimos que la obra civil no era necesaria, ya que en Paseo de la Reforma la pavimentación fue sustituida por concreto hidráulico en el año 2006 y en 2015, sin ninguna necesidad, fue recubierta con una nueva pavimentación de asfalto.
Los autobuses de doble piso que se adquirieron de la empresa inglesa Alexander Dennis pueden perfectamente circular sobre la avenida, sin necesidad de estar tirando a la basura millones de pesos en un nuevo carril, lo que implica un fraude contra la tesorería de la Ciudad.
En segundo lugar, nuestra verdadera objeción a la L7 es que no responde a un Plan Integral de Movilidad ni a una visión metropolitana de origen-destino. Esto se demuestra con las propias declaraciones del Jefe de Gobierno, cuando anuncia que defenderá a como dé lugar el proyecto, porque dará un mejor servicio en el corredor Reforma hasta la Fuente de Petróleos. Para esto, lo único que se requería, además de adquirir nuevos autobuses, era la construcción de paradas limpias, ordenadas y seguras, así como la eliminación de los vehículos viejos y microbuses que circulan en la misma ruta, sin la necesidad de un carril exclusivo.
La falta de planeación y de una visión metropolitana queda demostrada en el mal diseño de la L7, porque todos conocemos la conflictividad del tránsito en la zona de la Fuente de Petróleos. En el mismo corredor Reforma, circulan varias rutas que dan servicio sobre el Periférico norte hacia municipios del Estado de México. ¿Cómo y en qué paradas los usuarios intercambiarán a estos transportes desde la L7? ¿Lo harán sobre el carril exclusivo del Metrobús? ¿Qué tan seguro será para los peatones? ¿Cómo afectará en la congestión vial?
Es urgente contar con un Programa Metropolitano de Movilidad, porque los gobiernos del Estado de México y de la CDMX no saben hacia dónde van, no existe una política metropolitana de movilidad, ni coordinación metropolitana, ni comunicación; todo esto en detrimento del bienestar y la seguridad de millones de pasajeros.
Necesitamos urgentemente recuperar este Programa Metropolitano como una hoja de ruta que indique el camino en materia de movilidad con una visión de largo plazo; volver al Plan Maestro del Metro, y encontrar los mecanismos de financiamiento para la construcción de por lo menos 10 líneas nuevas de Metro y de trenes ligeros que mejoren la calidad de vida de las millones de personas que aquí vivimos.