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Comenté la semana pasada que dedicaría los siguientes espacios para tratar la situación crítica sobre el abastecimiento de agua para la Zona Metropolitana de la Ciudad de México (ZMCM) y el alto riesgo que conlleva para el futuro no emprender acciones urgentes.
Mucha gente piensa, erróneamente, que la fuente principal de agua de la ZMCM es el Sistema Cutzamala, cuando en realidad representa menos de la tercera parte del volumen total que consumimos anualmente. Hoy en día se extraen de los principales acuíferos del Valle de México aproximadamente 1,800 millones de m3 (Mm3) de agua; la batería de pozos de Lerma aporta 151 Mm3 y finalmente, Cutzamala entrega 470 Mm3. La extracción de los acuíferos representa hasta cuatro veces su capacidad de recarga, lo que los condena a desaparecer en muy poco tiempo.
En mi artículo anterior hablé de las consecuencias catastróficas que tiene la sobreexplotación de agua del subsuelo, no solo por la falta de recarga sino por los graves hundimientos y grietas que se están provocando. La única solución para ir recuperando los acuíferos es reducir la extracción y propiciar la recarga, preservando las áreas boscosas, las laderas de los montes y las zonas agrícolas.
Independientemente de muchas acciones que iremos analizando para mejorar la eficiencia, reducir fugas y promover el uso racional del agua en la ZMCM, es imprescindible contar con fuentes futuras de abastecimiento. Cutzamala y Lerma están perdiendo capacidad, principalmente, por la deforestación y la demanda creciente en las cuencas originarias; por ejemplo, Lerma, que hasta hace pocos años era considerado el principal distrito de riego de temporal del país, ha desaparecido como consecuencia de un crecimiento urbano explosivo y sin planeación. La pérdida de áreas verdes y la invasión de cemento y asfalto han provocado la reducción de recarga del acuífero de Lerma que aunado a la creciente demanda local, es muy probable que en poco tiempo ya no recibamos este vital líquido en el Cárcamo de Dolores de Chapultepec.
En la pasada administración federal, la Comisión Nacional del Agua (Conagua) estudió alternativas para nuevas fuentes de abastecimiento para la Ciudad y la más segura y factible fue el “Proyecto Necaxa”. La hidroeléctrica Necaxa fue inaugurada en 1905, siendo la mayor y más moderna planta de producción hidroeléctrica del mundo en aquel entonces.
Después de la quiebra de Luz y Fuerza del Centro (LyFC) y la liquidación del sindicato, la decisión de la CFE fue mantenerla fuera de operación aunque requería mucho personal para la vigilancia y mantenimiento. La Conagua propuso la reactivación de Necaxa pero no para generación de energía sino como una fuente de abastecimiento de agua para la ZMCM, algo muy similar al Sistema Cutzamala.
Este proyecto de gran visión fue aprobado en el Gabinete de Infraestructura del presidente Calderón, donde participaba la CFE y la Conagua. Inmediatamente la Conagua licitó y contrató los estudios de factibilidad económica y de ingeniería básica que demostraron que el proyecto era viable y que podía aportar un volumen de agua muy importante de 30 Mm3 al año para la ciudad de Pachuca y de 275 Mm3 para la ZMCM.
Los estudios se concluyeron y la Conagua estaba en posibilidad de licitar el proyecto mediante la figura de asociación público-privada (APP); sin embargo, iniciada la administración del presidente Peña Nieto, el curso del proyecto cambió radicalmente. Se llevaron a cabo una serie de acuerdos sospechosos entre el Sindicato Mexicano de Electricistas (SME) y la Secretaría de Gobernación (Segob), para dejar en manos del SME la constitución de una cooperativa que, en asociación con la empresa portuguesa Mota-Engil, operaría Necaxa para la generación de energía.
Además de que los acuerdos entre la Segob y el SME están plagados de irregularidades, nos preocupa la falta de visión y conocimiento de la propia Segob sobre decisiones tomadas en el sexenio del presidente Calderón. Independientemente de que se trate de otra administración y de un partido distinto, lo importante es valorar si son o no, acciones benéficas y estratégicas para el país. Nosotros consideramos que el Proyecto Necaxa como fuente de abastecimiento futura de agua para la Ciudad de México es un asunto incluso, de seguridad nacional.
El Proyecto Necaxa es vital para la superviviencia de la ZMCM y, además, garantizaría el empleo de muchos trabajadores del antiguo SME y de localidades cercanas. El futuro de la Ciudad está en muy alto riesgo por falta de agua, por lo que exigimos nuevamente se revise y reencauce este proyecto.
www.ciudadposibledf.org
@JL_Luege