Un derecho fundamental reconocido en la Declaración Universal de los Derechos Humanos y en las Constituciones de la mayoría de los países en el mundo es el derecho a la vida.

El viernes pasado, la comisión que discutía la Carta de Derechos de la nueva Constitución de la CDMX, finalmente aprobó el dictamen que será presentado al pleno de la Asamblea Constituyente la próxima semana.

Sin embargo, y a pesar de muchas iniciativas ciudadanas y de diversas asociaciones que pedían incluir el “derecho a la vida” como un derecho fundamental y primigenio, los constituyentes que integran la Comisión de Carta de Derechos rechazaron la propuesta.

El artículo 11, que es el primero del capítulo sobre derechos humanos, inicia con los apartados A y B estableciendo que: “…toda persona tiene derecho a la autodeterminación y libre desarrollo de la personalidad, a ser respetada en su integridad física y sicológica, así como a una vida libre de violencia…”, pero no menciona nada sobre el derecho a la vida. Una constitución que no reconoce el derecho a la vida de las personas desde la concepción hasta su muerte natural, difícilmente frenará la violencia y la violación constante de los demás derechos fundamentales.

Pude dar seguimiento a los debates y me pareció francamente lamentable la posición de algunos diputados que en la mesa de discusión del dictamen sobre Carta de Derechos rechazaron los argumentos sobre la necesidad de reconocer el derecho a la vida. No obstante, en la misma mesa de Carta de Derechos se incluyó el artículo 18-B sobre el “derecho de los animales”, en esta discusión, los mismos diputados, con la misma vehemencia con que reprobaron incluir el derecho a la vida, aprobaron la siguiente redacción sobre el derecho de los animales: “esta Constitución reconoce a todos los seres vivos una dignidad inherente. En la Ciudad de México se reconoce a los animales como seres sintientes. Toda persona tiene un deber ético y obligación jurídica de respetar la vida y la integridad de los animales; éstos, por su naturaleza, son sujetos de consideración moral. Su tutela es de responsabilidad común y existe el derecho de promover a título individual o colectivo, acciones legales para su defensa”.

Como se puede ver, de aprobarse esta Constitución, en la CDMX se le reconocerán más derechos a un gato que a la persona indefensa e inocente que es el bebé en el seno de la madre. Yo me considero amante de la naturaleza y férreo defensor de los animales, pero me indigna la hipocresía de estos diputados que por quedar bien con ciertos grupos, prefieren reconocer el derecho a la vida de los animales y no reconocer el derecho a la vida de las personas.

Dos de las propuestas ciudadanas más importantes y respaldadas por varias asociaciones que son el derecho a la vida y el derecho a la objeción de conciencia, no fueron incluidas. Sin el reconocimiento de estos derechos fundamentales, todo lo demás no sirve.

Tampoco se incluyeron modificaciones al inciso E del mismo artículo, que busca imponer por la fuerza la ideología de género, rechazada tajantemente por la mayoría de la sociedad mexicana. La redacción propuesta atenta contra el derecho de los padres a la educación de sus hijos; asume que la educación en los valores de las familias mexicanas es “estereotipada”; invade un ámbito de derecho exclusivo de los padres sobre el desarrollo de la niñez y adolescencia de los hijos.

Ninguna de las propuestas ciudadanas sobre el derecho a la vida se tomó en cuenta, lo cual confirma el carácter antidemocrático de esta comisión del Constituyente.

De la misma forma, se rechazaron muchas iniciativas ciudadanas respecto al derecho al libre tránsito y a la regulación de las marchas, a respetar la vía pública y modificar el artículo que pretende reconocer como un derecho al ambulantaje.

Pese a ello, reconocemos que algunas de las propuestas realizadas por Ciudad Posible fueron incorporadas por su carácter anticonstitucional. No así, una muy importante que se refiere al artículo 16, inciso B-7, donde se propuso limitar los grupos de atención prioritaria a aquellos que realmente lo necesitan en la Ciudad, los diputados insisten en incorporar a un número tal de grupos que representarían la mayor proporción de la población de la Ciudad. Este criterio del Constituyente se aleja de los principios de solidaridad y subsidiaridad que deben imperar en toda política social; confirma el interés populista y clientelar del actual gobierno, que lo único que provoca es mayor pobreza. Siguen creyendo que “caerá maná del cielo” para resolver las graves carencias que tenemos. Se debe rechazar una Carta de Derechos ideologizada y tendenciosa.

ciudadposibledf.org

twitter: @JL_Luege

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