Hace tres años comentábamos en este espacio el enorme riesgo que implicaba la decisión de la Presidencia de la República al cambiar la categoría de manejo del Nevado de Toluca de “parque nacional” a “área de protección de flora y fauna”.

La argumentación en el decreto publicado el 1 de octubre de 2013 era inverosímil; el Estudio Técnico Justificativo afirmaba, entre otras cosas, que: “No obstante su importancia ambiental, presenta fuerte deterioro relacionado con cambios de uso de suelo forestal a agrícola, ganadero, minero y urbano. Los efectos negativos son innumerables por la desaparición de enormes extensiones de bosques, por la tala clandestina, agotamiento de manantiales, pérdida de suelo y concesiones mineras”.

Resultó inconcebible que en lugar de enfrentar los problemas se decidiera cambiar la categoría de manejo para justificar las faltas a la normatividad ambiental; siempre quedará la duda del verdadero interés detrás de la decisión.

Al ser parque nacional, las autoridades federales y estatales de medio ambiente tenían la obligación de vigilar el cumplimiento en los planes de manejo de lo que representa el más alto nivel de protección ambiental. Evidentemente, no podía autorizarse ningún permiso para la extracción de materiales y mucho menos aprovechamientos forestales comerciales. Todo mundo sabe que lamentablemente ha habido tala ilegal y esto debe combatirse con toda la fuerza de la ley.

En lugar de atacar frontalmente el problema, en un acto inesperado, el presidente Peña Nieto decretó la transformación del Nevado de Toluca en área de protección de flora y fauna.

El Parque Nacional Nevado de Toluca fue decretado en 1936 por el presidente Lázaro Cárdenas y en la Exposición de Motivos se fundamentó la decisión sobre la importancia estratégica de la zona por su enorme capacidad de captación de agua. La superficie considerada del parque fue de 46 mil 784 hectáreas de bosques de pino y oyamel, junto con un gran número de especies de flora y fauna. Este bosque representa una verdadera fábrica de agua para el Valle de Toluca y de Lerma, y por lo tanto, también lo es para la Ciudad de México.

En las administraciones más corruptas del Estado de México se indujeron y toleraron un sinnúmero de atrocidades ecológicas que hoy representan un riesgo para la sustentabilidad del estado. Por ejemplo, el distrito de temporal de Lerma llegó a ser el más importante del país con una de las más altas producciones de maíz sin necesidad de riego gracias a los niveles de lluvia. Este desapareció en muy poco tiempo por la invasión de urbanizaciones sin ninguna planeación.

La impermeabilización del suelo por el cemento y el asfalto en este espacio han destruido, a la vez, la recarga del acuífero de Lerma, mismo que es fundamental para el abastecimiento del Valle de Toluca y del Valle de México.

El suministro futuro de agua para estas importantes cuencas densamente pobladas está en riesgo y nadie parece preocuparse por ello. Frente a esta situación, los bosques del Nevado de Toluca se convierten en un área estratégica para garantizar el agua en la región. Esa fue la razón fundamental en 1936 para decretar en Parque Nacional, condición vigente e indispensable hoy en día.

Recientemente, fue publicado el Plan de Manejo para el Área de Protección de Flora y Fauna Nevado de Toluca, en donde se autoriza un “aprovechamiento forestal sustentable” en 17 mil 785 hectáreas, que representa la tercera parte de la superficie del área de protección.

No puede justificarse una superficie tan extensa como aprovechamiento sustentable porque afectaría fuertemente la condición de captación de agua de todo el sistema. Es muy probable también que detrás de la publicación del Plan de Manejo estén intereses de desarrolladores en colusión con autoridades federales y locales.

Tenemos el ejemplo de lo que ha sucedido en La Marquesa, que gradualmente se ha ido deforestando y construyendo, a la vez, una serie de urbanizaciones de “baja densidad”.

Especialistas en manejo de bosques como Jürgen Hoth y José López, del Instituto de Geografía de la UNAM, confirman que el Plan de Manejo, tal como fue publicado, propiciará la devastación del bosque en el Nevado de Toluca por cambios de uso de suelo.

Es un hecho que el aprovechamiento forestal sustentable resulta un buen mecanismo para conservar los bosques sanos y a su vez, implica el involucramiento directo de las comunidades en los planes de manejo. Sin embargo, esto no está sucediendo en el Nevado de Toluca.

La Semarnat ha salido nuevamente a tratar de justificarse diciendo que no se trata de explotación comercial sino más bien de actividades de protección y restauración. Esos argumentos debieron de haberse sostenido para mantener el Parque Nacional Nevado de Toluca, porque finalmente todas las actividades de conservación, extracción de madera muerta, prevención de plagas e incendios, etc., son actividades propias de los parques nacionales y en donde deben participar las comunidades.

Por ser fábrica de agua y oxígeno, el Nevado de Toluca debe mantenerse en el más alto grado de protección.

ciudadposibledf.org

Twitter: @JL_Luege

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