La competitividad, de acuerdo con el Foro Económico Mundial, tiene implícito elevar el bienestar de la población, y para ello se debe incrementar la productividad total de los factores. Sin crecimiento económico lo primero es imposible. No se puede distribuir lo que no existe.
El grave problema estructural de México es la ausencia de un proyecto de nación basado en el incremento de la productividad. Las reformas de los últimos 30 años no han logrado integrar al país que vive en pobreza a la modernidad del México que manufactura para exportar o de aquel que disfruta los beneficios financieros.
La mayoría de las empresas mexicanas se encuentra fuera del reducido número de productores nacionales que han logrado vincularse a las Cadenas Globales de Valor o que por su cuenta han avanzado en la economía global. Hay ejemplos positivos pero insuficientes para un país de 120 millones de habitantes. Lo más dramático es que aún las empresas nacionales exitosas enfrentan una creciente competencia desleal de otros países.
La exclusión de las empresas nacionales implica la marginación de los mexicanos. Sin empresas mexicanas exitosas no hay beneficios económicos que distribuir. La austeridad es sinónimo de precariedad, y muestra la ausencia de una administración adecuada.
En el caso de la marginación económica las cifras son contundentes. De acuerdo con el Inegi, durante el primer trimestre del año 7.9 millones de connacionales se encontraban ocupados pero cuando mucho recibieron un salario mínimo como remuneración.
Contrario a lo que se supone, en el mejor de los casos, un incremento por decreto al salario mínimo beneficiaría a menos de la mitad, a los 3.9 millones que son trabajadores asalariados, el resto quedaría fuera. Los otros 4 millones son mexicanos que laboran por su cuenta y la mayor proporción lo hace en la informalidad.
El mercado laboral mexicano es la Nación de la Informalidad y sintetiza la falla del modelo económico. Hoy 29.1 millones de personas se encuentran en situación de ocupación informal, 430 mil más que hace un año. Falta de seguridad social, de prestaciones laborales (entre ellas un sistema de pensiones) así como un contrato por escrito son parte de lo que estos mexicanos han perdido a pesar de tener una ocupación, ya sea como trabajador asalariado o como emprendedor de su pequeño negocio.
¿Cómo se puede ser competitivo si México es la Nación de la Informalidad? Por definición la mayor parte de estas actividades se encuentran fuera de la regulación oficial, realizan su vida en un mundo paralelo al diseñado por las instituciones públicas. Las reformas económicas y políticas de los últimos 30 años no han resuelto la polarización social.
Por ello México se encuentra en los últimos lugares del indicador de competitividad del Foro Económico Mundial, el pilar denominado como Instituciones Públicas es uno de los más débiles, las medidas de política implementadas en los últimos 30 años no han incidido en la realidad de los mexicanos más pobres y de las empresas de menor dimensión.
La situación es aún más compleja cuando se toma en consideración al total de las personas que cuando mucho ganan hasta 3 salarios mínimos: más de 32 millones, el 62% del total de los ocupados. La referencia es porque un mexicano que gana menos de cuatro salarios mínimos no puede comprar una canasta básica de hace 40 años.
En consecuencia es claro porque no se puede hablar de un México competitivo: no hay un México de mayor bienestar. La razón se encuentra en que no se ha generado el marco institucional, social, económico y de seguridad que favorezca el aumento de la productividad de las empresas mexicanas.
La apuesta para atraer inversión extranjera directa y empresas trasnacionales no se vio acompañada por una estrategia igualmente exitosa para fortalecer a la planta productiva nacional. En consecuencia esta última no está en condiciones de generar empleo formal suficiente. Ni siquiera para sobrevivir más de cinco años.
La ilusión del efecto positivo de los programas sociales se ha diluido, la realidad ha demostrado que sin una base productiva no habrá mayor bienestar. El primer problema a resolver, de acuerdo con el Foro Económico Mundial, es elevar la competitividad de las Instituciones Públicas.
Director del Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico