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Por primera vez en 30 años México tiene la oportunidad de modificar su modelo económico por uno que vea hacia sus propias necesidades y capacidades. El paradigma del libre comercio fue cuestionado por sus propios arquitectos y eso abre la posibilidad de impulsar una nueva alternativa, el Fortalecimiento Productivo del Mercado Interno.
Los vientos de cambio llegaron desde Gran Bretaña y Estados Unidos, las dos naciones que impulsaron la construcción de un sistema de comercio internacional para su beneficio. Hoy la sociedad de ambos países se ha preguntado si ese es el mejor camino.
La desigualdad en la distribución de los beneficios es la razón fundamental, existen grandes ganadores del comercio internacional pero las estadísticas internacionales demuestran que también hay grandes perdedores. La mayor parte de estos últimos son trabajadores y empresas nacionales.
México no es la excepción, nuestro gran país es un lugar estratégico para producir, maquilar y exportar a Estados Unidos y Canadá.
De igual forma tiene un mercado interno en donde se puede vender gran variedad de productos, desde aquellos de primera necesidad hasta los considerados como de lujo.
Las empresas extranjeras lo saben y aprovechan las facilidades que se les otorgan.
La iniquidad en la distribución de la riqueza hace que 64 millones de mexicanos sólo puedan consumir lo primero y que unos 20 millones puedan comprar lo segundo. Eso es algo que debe modificarse.
La única forma de solucionar el problema de pobreza al mismo tiempo que se mejora la distribución de la riqueza es cambiando los fundamentos productivos del país. Para ello es prioritario entender que el comercio internacional sólo es un mecanismo económico que abre una posibilidad de crecimiento cuando se tiene empresas nacionales altamente competitivas y productivas.
Por su naturaleza el comercio internacional no puede ser la vía para el desarrollo nacional de 120 millones de personas en donde la mitad se encuentra en pobreza y 96% de sus empresas son micro negocios, muchos de ellos en la informalidad. Sólo un proyecto de fortalecimiento productivo puede generar empresas sólidas que propicien empleo formal suficiente.
Sin renunciar al comercio internacional, México debe observar que la estrategia de Estados Unidos es conservar y crear empleo en su propio país. La batalla que está por iniciarse con el gobierno de Donald Trump es por el empleo y para ello requiere que sus empresas sigan produciendo en Estados Unidos.
El enfrentamiento directo será con sus propias empresas trasnacionales y con China, el gran beneficiado del TLCAN y quien gracias a ello ha podido llevar bienestar a sus provincias más pobres. El país asiático logró atraer el interés de las grandes empresas globales que sólo hicieron cálculos financieros para ubicarse en lugares de menores costos productivos.
Los efectos sociales y la afectación a su propio mercado interno no entran en el cálculo de sus beneficios.
A diferencia de los países occidentales, China lo vio con claridad y además anticipó que el éxito total de su estrategia recaería en adelantarse a la preparación de sus propias empresas globales, así como a la integración de otras proveedoras de insumos intermedios o comercializadoras.
Cuando occidente despertó China ya había capturado el comercio internacional y la producción de manufacturas con una base de empresas propias que convivían con los intereses de las trasnacionales de otros países. Hoy es parte del ADN del capitalismo trasnacional.
México no lo vio y se conformó con pensar que sus problemas se resolverían abriendo los brazos a la globalización y a las reglas del comercio internacional. Se negó a aceptar que muchos países no respetan ese marco legal y que sólo velan por el interés nacional propio.
El cuestionamiento a esa forma de globalización abre una oportunidad de cambiar para construir un nuevo modelo económico, uno que sea altamente productivo y competitivo, que vea hacia adentro antes que pensar en la llegada de una solución desde el exterior. Uno que sea socialmente incluyente.
Director del Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico