Según las reglas del castellano, el término “hubiera” es la conjugación en pretérito imperfecto del verbo “haber”, aunque para la sabiduría popular se trate de un sinónimo equivalente a la frase “ya te amolaste” o “ya te chingaste”, lo cual dependerá del tamaño del arrepentimiento.
El “hubiera” atormenta porque plantea la posibilidad de una realidad alternativa, generalmente mejor; sólo se piensa cuando todo está perdido, sin remedio, o ante la inminencia del desastre.
En esas están no pocos panistas y perredistas del Estado de México, quienes a cuatro días de la elección de gobernador cargan juntos la vergüenza y el dolor de no haber podido ser una verdadera opción electorera.
Aunque Juan Zepeda se presuma como la revelación de la contienda y Josefina Vázquez Mota se diga víctima de una elección de Estado, la verdad es que ambos personifican el fracaso provocado por la soberbia de sus respectivos partidos que, según dicen malas lenguas, negociaron con Los Pinos ir a la batalla divididos, no “montados”, para no estorbar una victoria del priísta Del Mazo Maza, pero sobretodo, para arrebatarle votos a Delfina, la “morena”.
¿Por eso, PAN y PRD reventaron la posibilidad de una alianza que los “hubiera” hecho competitivos?
Según varias encuestas recientes, el blanquiazul y el partido del sol azteca sumarían algo así como el 30 por ciento de las preferencias electorales, lo que “hubiera” sido suficiente para forzar a una contienda de tres y no resignarse a parecer comparsas.
El tiempo le da la razón al ex líder perredista Agustín Basave, quien hace seis meses advertía la necesidad de armar un frente opositor para poner “el último clavo en el ataúd del PRI”. Basave miraba con certeza la imposibilidad de que cualquier fuerza política por si sola se impondría en la batalla mexiquense.
Pero, la codicia metió la cola…
Las negociaciones aliancistas, impulsadas por Basave, Los Chuchos y otras “tribus” perredistas “habrían” postulado al senador Alejandro Encinas, sin embargo, el esfuerzo se vino abajo cuando Encinas se arrepintió de la aventura al ver que el panismo lo condenó por su pasado pejista. Por eso Josefina entró de emergencia al “quite”.
Las pugnas intestinas en el perredismo terminaron por sepultar la alianza con el PAN cuando Héctor Miguel Bautista, líder de la corriente Alternativa Democrática Nacional (ADN), mandamás del PRD en el Estado de México —padrino del candidato Juan Zepeda—, decidió que acercarse al panismo no convenía a sus intereses particulares. Oficialmente declaró que tal intento terminaría por fortalecer al PAN en la elección de 2018.
Todo indica que la candidatura de Josefina volverá a fracasar; podría terminar en cuarto lugar.
Según Manuel Bartlett, senador del PT, “Josefina es un invento de Peña Nieto para atacar a Delfina y quitarle votos, al igual que la candidatura del perredista Juan Zepeda. Ambos son un par de cínicos, paleros y farsantes, que dan vergüenza”, ataca el ex secretario de Gobernación.
En los hechos, Juan Zepeda, el cuarto en discordia, no tiene posibilidades de ganar la elección, pero sí de ganar un viaje al futuro próximo, gracias a su imagen y virtudes sin vicios, aunque algunos digan que nadie lo atacó en la campaña mexiquense porque no valía la pena.
El arroz mexiquense, con todo y sus “prietitos”, ya quedó bien cocido; habrá que ver este domingo quien acaba más descocido, entre El Delfín, Delfina, Josefina o Juan “sin miedo”.
EL MONJE DECLINADOR: El candidato petista, Oscar González Yáñez —dobe cero a la izquierda—, afirma que sus críticas “doblaron” las manos de López Obrador gracias a su tono duro y enérgico ante el “dueño” de Morena. ¡A otro perro con ese hueso! La única marca del Partido del Trabajo (PT) ha sido el oportunismo parásito para seguir en el “negocio” de la partidocracia; no se mancha de lodo el plumaje de un guajolote sacrificado para ser cocinado. Aquí lo contradictorio es que Andrés Manuel ande tan dispuesto a recibir “pollos” pelados; puro “cascajo”. ¿Sera que para él, todo lo que escurra es miel?
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