Yo no sé quién ganó el debate mexiquense, tal vez el moderador Javier Solórzano, pero lo que sí sé es que perdí hora y media de tiempo.
Mientras esos encontronazos políticos no cambien de formato, y sigan siendo tan tiesos, tienen garantizado el fracaso. Ni quien los vea ni los oiga.
Eso queda claro después de escuchar acusaciones y propuestas de poca monta entre los seis candidatos en contienda por el Estado de México. ¿Donde a los perros los amarran con chorizo?
Lo más morboso y “vendedor”, en todo caso, fue cuando Del Mazo, Delfina y Josefina torearon el tema tóxico de la corrupción, mientras Juan Zepeda se miraba al espejo de sus éxitos como ex alcalde de Ciudad Neza. Los otros dos, si cuentan, contaron poco. Óscar González Yáñez con olor a rancio, y Teresa Castell como la mujer invisible.
¿Usted va a interesarse por el otro debate que falta?
No se haga bolas. A fin de cuentas, la batalla por el Estado de México es cosa de dos: entre Del Mazo y Delfina saldrá el próximo gobernante de la entidad.
El debate del martes sólo fue trámite que no modificó posiciones, percepciones o balance de fuerzas porque fue diseñado para evitar choques y roces profundos, para alejar a la audiencia y ahuyentar a los medios de comunicación, dizque en afán de la equidad hija de la reverenda democracia. Aun así, Josefina fue certera al surtirse a Delfina con un misil, por lo del 10% de los sueldos “robados” a regidores y directores en Texcoco, dizque para pagar deudas heredadas de la administración municipal anterior a la suya, y rayar la salpicadera a Del Mazo con lo del Viaducto Bicentenario y los negocios de las constructoras Higa y OHL.
Según Consulta Mitofsky, el de Atlacomulco y la “morena” están empatados; Josefina viene cayendo; el perredista Zepeda da la sorpresa al haber arrancado tarde y acortar distancia.
El mes que resta de contienda, de aquí al 4 de junio, será brutal. La guerra despiadada, marcada por el tema de la corrupción, arrojará a un gobernador o gobernadora cuestionado, posiblemente con escasa legitimidad y serios problemas ante la polarización que ya se ve y se siente de cara a la elección presidencial de 2018.
Los mexiquenses habrán de elegir entre la continuidad priísta, pese al desastre en seguridad, pobreza y crecimiento heredados por Eruviel Ávila, más las acusaciones de intervención federal y malos manejos del grupo en el poder, o la fama de Delfina, calificada por el PRI y el PAN como marioneta de Andrés Manuel López Obrador.
Si el tono de la contienda sigue subiendo, el resultado podría ser adverso para todos y todas; las campañas negativas podrían ahuyentar a los electores.
Todo indica que el resultado será consecuencia de una lucha de estructuras partidistas, con el PRI dominando un amplio territorio y Morena empujando en los municipios más poblados y populares del estado.
Si el resultado es tan cerrado como pinta, llegaremos al 4 de junio sin grandes cambios. ¿Y luego a tribunales?
EL MONJE CHORICERO: En el Estado de México sólo hay de dos sopas: ganarán los menos tramposos, corruptos y puercos o quien logre acarrear más borregos a las urnas. No será la elección del bueno o la buena, sino del menos peor.
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