Peña Nieto jura haber sentido en carne propia la irritación de los mexicanos por la Casa Blanca, pero nada hizo todo este largo tiempo para aplacarla.

Las leyes que dan vida al Sistema Nacional Anticorrupción no las tiene ni Obama.

Pesada broma aparte, las normas promulgadas por el presidente de la República son ambicioso andamiaje, el mayor de los retos para sepultar —¿mejor incinerar?— las viejas prácticas de un vicio ancestral que como aceite pegajoso ha lubricado la vida nacional.

En el momento de promulgar el marco jurídico para tender puentes entre la desconfianza social y el hartazgo colectivo, el Presidente da un gran paso para intentar la justicia frente a graves casos de irresponsabilidad, atropello, abuso, corrupción, y dicho sea de paso, evitar la debacle final de la clase política.

Aún así, demasiado tarde llega la disculpa presidencial por el escándalo de la Casa Blanca de las Lomas; demoró 20 meses con nueve días, tiempo suficiente para demoler el prestigio, manchar la reputación y tirar a la basura el discurso reformista que había colocado a Peña Nieto en los cuernos de la luna. Aquel bochornoso caso sacó a la luz lo peor del nuevo priísmo, demostró que el viejo dinosaurio estaba vivo y más aún: se mostraba con cinismo ante una sociedad cansada de impunidad.

El Presidente jura haber sentido en carne propia la irritación de los mexicanos, pero casi nada hizo todo este tiempo largo para aplacarla. Lejos de ello nombró a Virgilio Andrade, el secretario más caricaturizado del gabinete, como leal subordinado con la orden de investigar al mero jefe cuestionado. Ahora, a Virgilio se lo cargó “el pintor”, a pesar de su impecable prestigio como académico y funcionario electoral.

¿Peña Nieto pide perdón en aparente acto de contrición, como parte de una puesta en escena?

El Presidente no habría podido presentarse al evento del lunes sin sacar a la luz uno de los temas que más caro le ha costado. Hubiese sido un despropósito proclamarse un “cruzado” contra el abuso del privilegio de mandar, cargando el peso del desprestigio.

¿Peña Nieto deja de pagar el saldo de una sospechosa conducta, nube negra hasta el fin del sexenio… y más allá?

Adversarios reclaman: “No se trata de pedir perdón, sino de rendir cuentas; los principios no van al final”.

EL MONJE FRÍO: Desde hace dos años, cuando estalló la bomba, Angélica Rivera, esposa del Presidente, regresó a la empresa Ingeniería Inmobiliaria del Centro (Grupo HIGA) la reserva de dominio de la propiedad en Sierra Gorda 151 donde se ubica la Casa Blanca de las Lomas. La inmobiliaria reintegró a la señora Rivera los pagos realizados entre enero de 2012 y diciembre de 2014, más los intereses respectivos, insistieron otra vez en Los Pinos.

@JoseCardenas1

josecardenas@mac.com

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