A los tiranos siempre les ha convenido que la sociedad permanezca ignorante, eso les ha permitido que desconozca no sólo sus derechos civiles y políticos, y las leyes que deberían impedir injusticias contra el bien público, sino las obligaciones de sus gobernantes en cuanto a conducirse con responsabilidad, honestidad, eficiencia, promover el bien común, la libertad y la democracia.
Pero desde la perspectiva del poder se ha tratado de explicar la ignorancia como una desgracia o destino manifiesto, un designio divino o característica cultural; nada más irreal que eso.
La ignorancia social reflejada en el mantenimiento de bajos niveles educativos, es una deliberada estrategia de control político del poder que domina a nuestras sociedades, que se ha instalado en el ejercicio de ese poder desde hace siglos, es una deliberada forma de conducir a las sociedades en los países atrasados cómo el nuestro que debemos impedir y cambiar.
Los estudios sobre el nivel educativo de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), recientemente publicados, colocan a México muy por debajo del promedio del conjunto de países miembros de esta organización.
En ciencias, lectura y matemáticas, menos del 1 por ciento de los estudiantes de México logran niveles de competencia, es decir, que el resultado del sistema educativo nacional en términos de las capacidades de los estudiantes no alcanza a ubicarlos en una situación de capacidades suficientes para insertarse en el mercado laboral y hacer uso pleno de sus derechos políticos y civiles.
En el mismo estudio se señala que los jóvenes mexicanos de 15 años están por debajo de estudiantes de Portugal y España, y una diferencia entre 20 y 60 puntos por debajo de los estudiantes en Chile y Uruguay, aunque se sitúan por encima de los estudiantes Brasil, la República Dominicana y Perú.
Milenariamente ha sido reconocido por pensadores, estudiosos y gobernantes, que la educación es uno de los principales factores del desarrollo, la única forma de explicarse por qué en los países menos desarrollados no se le impulsa es porque se trata de una decisión política de reducirla a una concesión populista.
Incluso en nuestros países el mismo modelo de la televisión considera que la verdadera competencia de las cadenas televisivas no es la empresa de enfrente, sino los libros porque estos le roba la atención a la gente que de no leer pondría al televisor y en temas fuera de lo que debería saber para participar en las cosas públicas.
Definitivamente, algo estamos haciendo mal. Y estamos errando todos, padres, gobierno, sociedad y alumnos; cada uno tiene diferente nivel de responsabilidad en estos resultados, pero responsables todos, al final de cuentas.
El sistema educativo mexicano se ha caracterizado por ser individualista y si bien nos va, enfocado a la competencia, sin embargo, debemos voltear a ver qué es lo que están haciendo sociedades como Japón, Estonia, Finlandia y Canadá, países en los que una de las características que tienen sus sistemas educativos es el fomento de la colaboración, desde pequeños los niños son instruidos para colaborar.
El aprendizaje cooperativo, es algo que debemos de aprender todos desde casa, en donde el niño iniciará a desarrollar de manera más integral todas sus habilidades y capacidades; los padres tendremos también que aprender a dirigirlos hacia ese objetivo.
Esta situación debe cambiar ya en nuestro país si queremos salir de problemas de desintegración familiar, alcoholismo y drogadicción juvenil que alimenta exponencialmente el crecimiento de las filas de la delincuencia organizada, y en consecuencia, la inseguridad pública y la violencia delictiva, todo lo cual impactando en la paz pública y estabilidad política.
A largo plazo lo único que nos va a resolver los graves problemas no sólo de la violencia y la descomposición social, sino de los malos gobiernos, es la educación, por ello es crucial que este tema sea central tanto para aspirantes a gobernar como para la ciudadanía, tenemos que discutir más socialmente el modelo de educación que necesitamos, presupuestos, contenidos, evaluación, calidad, cantidad, capacitación magisterial, y todos los temas que redunden en este factor de desarrollo nacional; sólo así la ignorancia dejara de mantenernos al nivel de servidumbre, y por la educación podremos ascender a la libertad.