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El contenido de una constitución siempre causará controversia, algunos dirán que se quedó corta, otros que se excedió o que fue omisa, sin embargo, con independencia del contenido de la Constitución de la Ciudad de México, su proceso de creación es un ejemplo de un buen trabajo político. Será el tiempo el mejor juez del contenido constitucional.
El año pasado cuando se designaron a los constituyentes y se filtró el proyecto de Constitución de la Ciudad de México, la mayoría pensábamos que se estaría discutiendo por años, que nunca se llegaría a acuerdos. El perfil de los constituyentes es muy diverso, los temas no son sencillos y las reglas de juego son complicadas. En el perfil de los constituyentes tenemos políticos, una ministra en retiro, actores, un poeta, activistas, académicas, etc., Los temas van desde derechos humanos, coordinación fiscal, la creación de nuevos órganos de la Ciudad de México y la estructura de la administración pública. En las reglas de juego tenemos que se discute artículo por artículo, se hizo una consulta ciudadana, se hicieron audiencias públicas, y sobre todo, los acuerdos necesitan de una mayoría calificada de dos terceras partes, es decir: ningún partido político, por sí mismo, podría hacer pasar un artículo o un acuerdo. Así las cosas, es asombroso el avance que llevan los trabajos.
Las y los constituyentes que ejercen la política de manera cotidiana vienen de distintas ideologías; y dentro de cada una de esas ideologías hay corrientes. Los activistas y miembros de la sociedad civil tienen una agenda propia y especializada. Las y los académicos se ubican en corrientes de pensamiento muy diversas, y sin embargo el constituyente se mueve. Por ello, cada uno de los consensos debe ser bienvenido y reconocido como la representación de los múltiples intereses de los habitantes que tiene la ciudad.
Los temas como eutanasia, aborto o marihuana tienen una alta carga ideológica y se han debatido con energía, pero con deferencia hacía la opinión del otro. Los trabajos para la Constitución de la Ciudad de México nos recuerdan, que somos una sociedad con diversas corrientes de pensamiento y creencias. Hay constituyentes a favor y en contra del aborto, de la eutanasia, de la marihuana y ciertos esquemas de federalismo o centralismo. No somos una sociedad monolítica u homogénea. El país tiene voces políticamente correctas, voces disidentes, voces convergentes; y varias manos para construir Estado. El constituyente, de la ciudad, demuestra que hay diversas formas de pensar y manos para construir el país. En hora buena que somos una sociedad plural que admite la diferencia, que construye consenso entre el disenso.
Las reglas de toma de acuerdos eran un triple salto mortal. Imaginemos: a diez personas, con distintas formas de pensar, en donde cada acuerdo requiere la voluntad de siete personas, por supuesto que esto se antojaba casi imposible. Para darle un mayor toque de complejidad se involucró a cualquier persona que quisiera proponer una iniciativa. Así, se abrió un período para recibir las iniciativas ciudadanas y se respondió cada una de ellas. Sin duda, el avance en los trabajos del constituyente es producto de un buen ejercicio de la política.
El día 31 de enero tiene que entregarse el proyecto final. En este momento, el avance de los trabajos está en el apartado de derechos humanos, el más complicado por su carga ideológica. Una vez que se sortee este apartado, es predecible que los acuerdos serán en debates menos acalorados. El verdadero reto estará en los consensos de distribución del poder, facultades de las alcaldías, la buena administración pública y el Poder Judicial de la ciudad. Los consensos sobre la distribución del poder marcaran el nuevo rumbo de la Ciudad de México.
Director de la Clínica de Interés Público del CIDE