Por rentable el mundo de los deportes no para. Vendrá un torneo de liga más empezando enero, eliminatorias mundialistas que ya ruedan, el Superbowl, los cuatro grandes del tenis, las finales de la NBA, Río 2016, etc.
Todo gira a su propio ritmo, pero nada se detiene. El cambio más importante del año que se extingue, estuvo cerca de darse cuando la cabeza de la CONADE, Alfredo Castillo se quedó cerca de lograr un cambio verdaderamente histórico: poner orden en las federaciones. Pero las resistencias, intereses económicos y redes de apoyo son como lianas que el tiempo ha hecho irrompibles.
Todos los implicados en esa parte tan importante de la estructura del deporte en la que se desarrolla el talento que conquista las cimas internacionales, saben que ese cambio era vitalmente necesario para establecer un punto de quiebre. Ganaron las complicidades de siempre para defender el hueso a costa de lo que sea.
Algunos atletas levantaron la voz celebrando los nuevos tiempos, pronto fueron silenciadas con amenazas de perder esto y aquello, de olvidarse de prerrogativas. Y entonces seguiremos tristemente igual. Esa era la noticia más importante del año deportivo y quedó cebada como tantos de esos cohetes que se hacen explotar en estas fechas para que amanezcamos hoy, con todavía menos calidad en el aire, igual que el deporte mexicano con esta revolución fallida.
Aquí también fuimos el País del No Pasa Nada. Se gestó una oportunidad histórica y faltaron caudillos para lograr una insubordinación real. Vino la amenaza velada de no ir a Río y todo se esfumó. Ni iba a ser totalmente de esa forma, pero aún siendo así, hubiera valido la pena pagar ese precio para modificar este sistema de terratenientes enquistados por décadas en las federaciones sin dar ni resultados, ni cuentas claras.
El movimiento ocurrió a mitad de sexenio, así que olvidemos otra iniciativa parecida, cuando menos hasta la próxima elección presidencial. Tristemente.
Twitter: @Javier_Alarcon_