Javier Alarcón

Nomás en México

Tigres provocó la reacción de los Pumas al mostrarse como un equipo timorato y sin la posesión del balón, pero al final logró el título

15/12/2015 |01:54
Redacción El Universal
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No sé si el título de esta ‘calumnia’, como dice el buen Eduardo Brizio, implica necesariamente una crítica. Supongo que entre lo impredecible y emocionante frente a lo irregular y caótico, se dividen las opiniones. Pero sí, sí cuestionaré más adelante. Total que si tuve el privilegio de ser leído por usted el sábado pasado, podrá recordar el inicio de esa columna que decía: “Si Tigres sale a buscar la pelota y atacar como en el primer partido, aunque Pumas haga el partido perfecto (que ha estado lejos de ello) el título va para Monterrey”.

Casi no llega a la tierra de la machaca el trofeo. Y es que, más allá de la maravillosa exhibición de vergüenza profesional y amor propio que desplegó Pumas desde el primer gol (antes de eso, era un partido común y corriente) y hasta el cobro victorioso del penalti de Jiménez, fue Tigres quien promovió la reacción de Pumas con un acto de escapismo inaudito. No estaban, no atacaban, no circulaban ni retenían la pelota los de Ferretti con sus buenos y frecuentes hábitos. Cero llegada por los costados, uno de sus grandes argumentos de la temporada, Pumas se la fue creyendo y terminó poniendo a los asustados Tigres al borde del jaque mate, hasta que Eduardo Herrera cometió el que considero, el error más grave y el factor decisivo para que Tigres recompusiera su caída libre: esa barrida con toda falta de inteligencia emocional que dejó a Pumas con uno menos para trabajar la parte de la batalla más exigente en lo físico: los 30 minutos suplementarios.

Esos errores mentales tan costosos en los que la mente debe ser adiestrada con paciencia y anticipación para tomar una decisión racional en centésimas de segundo que se anticipen al traicionero temperamento reactivo. No iba a llegar antes al balón y debió controlarse de haber entrenado también esa parte.

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Lo que había recuperado Pumas de terreno perdido, se volvió un camino demasiado empinado. Aún así, empujaron con gallardía hasta el final.

Reconozco que es un poco temerario mi apunte, pero creo que con Herrera en la cancha, Pumas habría ganado en tiempos extra. Y sí, también vibré y me emocioné como usted con el desenlace impronosticable, pero no puedo dejar de pensar qué engendra en el deporte y deportista mexicano, esta típica debilidad o propensión a salir el último round, tiempo, metro o cuarto, a especular con la ventaja que aparentemente será suficiente sostener para ganar. ¿Por qué no salir a intentar mejorar ese tiempo, metro o marcador, antes de pensar en sólo mirar por el retrovisor al más cercano perseguidor y acelerar cuando se siente su aliento cerca?

Tigres provocó, motivó e inspiró la resurrección Puma. Claro estuvo. Y estuvo cerca de pagarlo carísimo. Decidió sufrir tanto casi casi por gusto.

Twitter: @Javier_Alarcon_