Pierden los primeros cuatro de la tabla de posiciones este fin de semana, justo a un mes de que deban estar presentando credenciales con su mejor cara posible para la Liguilla.

El sueño de cualquier liga deportiva en el mundo es que todos estén capacitados para competir por el título, con argumentos en el mismo nivel. Eso siempre se agradece, pero en la medida que se manejen, aunque sea a la baja, desempeños de eficiencia similares.

Suele ser que no se da la sorpresa por la insubordinación del desahuciado, sino por la disminución de los caballos de fuerza del dominante. Voy a ser más claro: la dualidad de fuerzas se da con mayor frecuencia en razón del exceso de confianza del líder, que en función del crecimiento futbolístico del escolta. Entonces, el análisis requiere otros ángulos para atenderse: la pereza crónica de los equipos que se instalan en una zona de confort, sin conseguir nada aún, y con toda la amnesia de quien no observa las estadísticas de los siete y ocho de una clasificación general, esos mismos que devoran líderes en la etapa de búsqueda del campeón, la Liguilla.

Los presupuestos son tan distintos entre ellos, que cuesta trabajo entender las razones de tanto comportamiento extremo de cada semana. En España se sabe que las sorpresas mayúsculas sólo ocurren tres o cuatro veces por año en juegos muy casuales.

Prefiero, honestamente, que el título mexicano tuviera solamente a seis serios y menos cambiantes “suspirantes” que a 18 o 20 equipos que son bipolares cada siete días y en los que todo puede pasar.

¿Ya vimos en dónde está nuestro aplaudido y vigente campeón Santos? Siempre veremos un futbol de mayor excelencia en la medida de la constancia del comportamiento cuerdo de los equipos, sostenido en el tiempo.

Tiwitter: @Javier_Alarcon_

*Imagen: Inexplicablemente, Pumas cayó ante Jaguares en la cancha de CU

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