Ganarle a Argentina, ciertamente en un partido abierto y para cualquiera, y no poder vencer a Australia, refleja claramente la “democratización” del futbol en el mundo.
El Mundial infantil de Chile está rodando, y se ve fuerte, serio y con método al Tricolor de Mario Arteaga.
Viene Alemania, que ha mostrado un poderío ilimitado, el de siempre y mejorado.
Hace 10 años, México se empeñó en darle toda la importancia al trabajo de los clubes para integrar selecciones competitivas. Jesús Ramírez abrió la llave, pero el talento y la inversión ahí estaban. Había que hacer coincidir las cosas, y todo se alineó. Hoy, más allá de que las cosas le rueden bien o no a esta representación, la atención mediática y el esfuerzo de los clubes para esta categoría es de otro tamaño.
También se ganó el Mundial que se hizo en México con este límite de edad, lo que significó un nuevo envión para los niños mexicanos que veían desde el llano que “sí se puede”.
Todo se notó mucho porque no se hacía gran cosa. Hoy tendría que ser el centro de los esfuerzos de los clubes: abaratar los costos de los extranjeros con la ampliación de los esfuerzos de la cantera. Algo tan elemental en Boca, Peñarol o cualquier equipo brasileño que llena sus arcas exportando, no importando.
Es un proyecto clave que debería mantenerse con resultados o sin ellos. ¿Cuánto gana Arteaga? Debería ganar lo mismo que Osorio. Yo no haría distinciones, ni en eso ni en la calidad del técnico.
Es más, el de los chavos tendría que ser un fenómeno en asuntos táctico/técnicos, pero principalmente, un guía consciente de las transformaciones hormonales de los jugadores a esa edad, que pueden modificar en cualquier momento sus índices de rendimiento. Aquí en la raíz y no en la rama del árbol es donde México se está jugando el quinto partido en los próximos Mundiales. No aflojen.
Twitter: @Javier_Alarcon_