Los datos de Latinobarómetro 2016 muestran que por cuarto año consecutivo, el respaldo a la democracia de los ciudadanos de la región sigue cayendo y en el último año, la aprobación a este régimen descendió del 56% al 54%. A la par, la indiferencia frente al tipo de régimen existente creció del 20% al 23%, es decir, se ha ido desdibujando la valoración positiva hacia la democracia, que fue el objetivo por el que se luchó durante las últimas décadas del siglo XX.
Aunque los factores económicos siguen gravitando alrededor de la desafección de los latinoamericanos hacia la democracia, el estudio muestra que los problemas que ahora frenan su avance son la violencia, la corrupción y la desigualdad. Es cierto que estos fenómenos han estado presentes en la región por mucho tiempo, lo nuevo es que la sociedad ya no los tolera y se ha activado en su contra. No es que los gobernantes de repente se tornaran ineficaces y corruptos, sino que cambió la reacción de los ciudadanos que ahora ponen en el centro problemas rezagados que ya resultan inaceptables.
Latinobarómetro es una asociación civil, con sede en Chile, que desde hace 21 años levanta encuestas en 18 países para medir las percepciones sobre la calidad de sus democracias, ofreciéndonos una radiografía de los resortes que mueven a la población en apoyo a sus gobiernos. Uno de los indicadores en donde el estancamiento de las democracias se hace más palpable es que la gran mayoría de la población (73%) considera que sus autoridades gobiernan sólo para unos pocos y no para todos y hay países como Brasil, Chile y Paraguay donde esa convicción llega a 89%.
El estudio muestra que la corrupción ha dado un salto para ocupar el primer lugar en los reclamos de la población (en México tiene el tercer lugar después de la delincuencia y la violencia), dejando de ser un problema nacional para convertirse en uno regional que ahora aflora con detalles puntuales y en terrenos en los que estaba escondida. Además, el 54% de las personas considera que ya no se puede tolerar la corrupción, a cambio de que el gobierno solucione sus problemas, pero 50% se muestra optimista y considera que sí es posible erradicar la corrupción y donde las personas observan que sus gobiernos están haciendo algo para atacarla, la apreciación por la democracia mejora.
El empoderamiento de los ciudadanos es una constante en la región y esto se refleja en el hecho de que independientemente de logros pasados, de reformas aprobadas, o de altos niveles de popularidad de los gobernantes, la población quiere resultados concretos y en el corto plazo. Ello explica que se esté utilizando el voto más que para apoyar a una corriente ideológica, para expulsar a los malos gobernantes. De las 4 elecciones presidenciales que ocurrieron entre 2015 y 2016, en Guatemala, Argentina, Perú hubo segunda vuelta y alternancia en el poder y sólo en República Dominicana, el candidato Danilo Medina ganó en la primera vuelta con un respaldo considerable de 61.74%. Esta tendencia a castigar a los gobernantes en turno se expresó en la elección legislativa en Venezuela donde la oposición ganó con un 56.22% y en el referéndum en Bolivia para que Evo Morales se reeligiera por cuarta ocasión que fue rechazado por un 51.3%.
A pesar de que Bolivia y Ecuador son los únicos países en los que las políticas públicas han sido incluyentes y han atacado la desigualdad, los bolivianos mostraron que valoran más el apego a su constitución que la popularidad de Morales. Está claro que el poder de las urnas valida la democracia y poco importa que el gobernante cuente con altos niveles de aprobación, los ciudadanos tienen sus prioridades.
Los datos de Latinobarómetro confirman que mientras no se ataque la corrupción y se desmantelen las desigualdades, seguirá pendiente la consolidación de nuestras democracias.
Académica de la UNAM.
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