Una nueva aventura comenzó ya. Desde que subí al avión, me invadió un presentimiento de que estaba próxima a vivir una experiencia única, de esas que se disfrutan al máximo, y de las que se aprende muchísimo; mi destino, el Abierto de Australia.

Fueron más de 13 mil kilómetros de distancia para llegar hasta un país que ofrece lo que ningún otro. A pesar de lo cansado que resulta un viaje de tantas horas, mi ilusión se mantuvo intacta y venció al cansancio por el cambio de horario y esas cuestiones que siempre se resienten al pisar un país tan alejado de casa.

Finalmente, llegué a la fascinante ciudad de Melbourne; aquí la vida transcurre con aparente normalidad, aunque eso sí, se experimenta una sensación distinta que solo un Grand Slam puede provocar. Cada año, justo en esta época, esta orbe se paraliza para disfrutar a las mejores raquetas del deporte blanco.

El clima nos ha regalado días buenos, aunque la lluvia me ha sorprendido mientras recorro los rincones llenos de magia y cultura de la capital de Victoria.

La calidad de vida que ofrece Melbourne es inigualable; su arquitectura contemporánea me enamoró, lo majestuoso de su paisaje me conquistó, la calidez de su gente ante los miles de turistas que han llegado me sorprendió, puedo decir que es el lugar perfecto para vacacionar y también para trabajar, no en vano ha sido sede de eventos de gran relevancia como los Juegos Olímpicos de 1956, la reunión de Jefes de Gobierno o la famosa cumbre del G-20.

El evento deportivo que me trajo hasta aquí ha resultado pletórico, pues he tenido la oportunidad de ver cómo ha evolucionado el juego de algunos de los tenistas más importantes y ganadores del mundo, quienes llegaron aquí con el único objetivo de arrancar el año lo mejor posible, y revivir las memorias de otros grandes que se coronaron en estas canchas como Mats Wilander —único campeón en las dos superficies que ha tenido este torneo— Pete Sampras, Andre Agassi, Roger Federer, Novak Djokovic, Rafa Nadal, Steffi Graf, Mónica Seles, Martina Hingis, Serena Williams y Maria Sharapova, entre muchas más.

En esta ocasión, y enfocándome en la categoría varonil, disfrutaremos de una final que revivirá la edición anterior de la rivalidad entre Andy Murray y Novak Djokovic.

Una vez más el tenista escocés buscará implementar la estrategia correcta para, esta vez, vencer al oponente que el año pasado le robó la oportunidad de ganar. Ésta será su novena final en un Grand Slam, y aunque llega con una racha de tres derrotas en sus más recientes enfrentamientos con Djokovic, quiere cambiar el rumbo de la historia.

Por su parte, el serbio ganó las cinco finales que disputó en Melbourne, tres de ellas teniendo como rival a Murray, razón que basta y sobra para que aquí lo vean como el gran favorito.

Todo está listo para disfrutar el cierre de un viaje inolvidable y que he tenido la oportunidad de compartir con ustedes.

@InesSainzG

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