El segundo encuentro del Preolímpico no resultó tan sencillo que digamos; incluso, al conjunto de Raúl Gutiérrez le costó descifrar a la defensa de Haití y encontrar el momento idóneo para vencer la meta contraria. A diferencia de la goleada por 4-0 a Costa Rica en el inicio del torneo, ante Haití vaticinábamos un encuentro sin muchos inconvenientes, hasta cierto punto, imaginábamos que sería del tipo de partido que otorga ciertas facilidades para el correcto desenvolvimiento de un equipo; no obstante, resultó un hueso duro de roer para los nuestros.

El conjunto tricolor se vio, desde un inicio, ávido por generar jugadas a la ofensiva, le dio buen trato a la pelota e intentó abrir espacios por los costados, pero el parado de su rival le impidió profundizar, además de que las intervenciones de los defensas y del mismo portero, contribuyeron a que México no fuera capaz durante toda la primera mitad de romper el cero.

Para la parte complementaria brilló por la intensidad con la que ambas escuadras jugaron; fue hasta el minuto 73 y por la vía del penal, que México pudo hacernos gritar el gol y darnos un respiro. Así acabó la historia.

¿Qué nos deja como lección? En el futbol, no importa cuán dominante sea un equipo, la posesión de balón, o el gran número de intentos al frente, sino meter el gol. Seis puntos hasta ahora tienen a México como primero del Grupo B, por lo que el juego de mañana ante Honduras será decisivo.

¿Qué hay que mejorar? Ser contundentes y hacer un juego más vistoso que se vea reflejado en el marcador.

Boy, al rescate. La debacle de Cruz Azul preocupa y mucho. La llegada de Sergio Bueno no fue la idónea y la agravada crisis terminó por sostener dicha idea.

No es lo ideal que una directiva se dé cuenta que contrató al técnico equivocado una vez que la temporada está fuera de las manos. Once puntos en la misma cantidad de encuentros resulta una cantidad penosa e indigna de un equipo ‘grande’ del futbol mexicano, que sigue sufriendo la realidad de no conseguir un título desde hace ya casi 18 años.

La llegada de Tomás Boy supone aire fresco, y aunque personalmente no soy partidaria de su estilo, sí creo que intentará darle una cara ofensiva al equipo. Su deber será regresarlo a los reflectores del futbol nacional, pero siempre para bien, teniendo como prioridad otorgar buenos resultados y generar un lazo con una afición que cada vez tiene menos credibilidad en su directiva.

Twitter: @InesSainzG_

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