Al momento de dejar caer estas teclas, la vida del legendario torero Rodolfo Rodríguez ‘El Pana’ pende de un hilo. El toro ‘Pan Francés’ de la ganadería de Guanamé lo pren-dió aparatosamente el domingo pasado en la pequeña plaza de Lerdo, causándole gravísimas lesiones cervicales.

Quizá por lo reducido del redondel, ‘El Pana’ se colocó extremadamente cerca del burladero de aviso donde un subalterno “corrió” al torillo de pelaje castaño. A la salida del capotazo, ‘Pan Francés’ se abrió un poco y se encontró con Rodolfo un tanto atravesado. Se lo llevó por delante, propinándole un fuerte golpe en el plexo solar. Fue “al bulto”, lanzándolo a una altura aproximada de dos metros y medio. El torero seguramente iba inconsciente cuando voló por los aires y por consiguiente cayó de cara, sin siquiera meter las manos para protegerse.

El veterano diestro sufrió fracturas de tres vértebras cervicales y un daño de más del 50 por ciento de la médula espinal. Con aquellas graves lesiones, el hombre se acabó de desvencijar con un brusco rebote de la camilla al momento en que era subido a la ambulancia, como puede apreciarse en la imagen de televisión. Enseguida, el doctor Jorge Mario Galván logró estabilizarlo con gran pericia cuando la vida se le escapaba camino al hospital y su respiración era apenas un leve silbido, como el de un estertor.

El percance del torero tlaxcalteca nos ha hecho recordar los de Nimeño II y Julio Robles, quienes quedaron paralíticos tras sufrir volteretas similares en los ruedos. El 10 de septiembre de 1989, Nimeño fue prendido por el toro ‘Pañolero’ de Miura en la plaza de Arles. Al caer, sufrió una lesión en la médula espinal (como ‘El Pana’) y quedó parapléjico. Al año siguiente, el 13 de agosto de 1990, el toro ‘Timador’ de Cayetano Muñoz levantó a Julio Robles, quien sufrió un traumatismo de la columna vertebral.

Dentro del mérito indiscutible que representaba seguir toreando a los 64 años, era una grave irresponsabilidad mantenerse en activo sin piernas ni facultades, con una movilidad muy limitada y un cuerpo fatigado en el que habían hecho estragos los excesos y las tremendas cornadas, que se cuentan por decenas. ‘El Pana’, que en numerosas entrevistas me dijo que soñaba con morir en un ruedo, está ahora condenado a quedar paralítico. El domingo pasado terminó su vida de torero en un percance sin gloria, en una plaza de menor fuste frente a un novillito ligero y cornigacho, más propio de un festival que de una corrida en la que estaba anunciado un matador de alternativa vestido de luces. Que no nos extrañe, es el grotesco marco de una Fiesta mexicana que en ciertos lugares dista de ser profesional.

Este triste final de su carrera taurina es el colofón “lógico” de una vida novelesca, repleta de aventuras y sucesos increíbles, en la que sufrió grandes humillaciones, se cerró muchas puertas por insolente y no supo manejar sus diez minutos de gloria. Una existencia marcada por una conducta y unas acciones de la más profunda miseria humana, que retrata brutalmente la impactante pelí-cula ‘El Brujo de Apizaco’ del cineasta Rodrigo Lebrija, que pronto será estrenada.

heribertomurrieta65@gmail.com

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