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No había en el ‘Zotoluco’ un dejo de nostalgia al anunciar ayer su campaña de despedida. En todo caso, el gesto de la misión cumplida.
¿O será que lleva la música por dentro, a él que tanto le gusta acompañarse de un mariachi para cantar en las ocasiones especiales?
Realizado, siempre dispuesto a la guasa, de buen humor, así se presentó ante los periodistas para anunciar que pronto llegará el adiós.
Ahí estaba Leticia, su compañera de toda la ruta, la valiosa mujer que conoció al hombre desde su origen humilde y lo ha visto encumbrarse con honradez y una enorme capacidad frente a los toros. Ella ha sido testigo desde una barrera de primera fila de la consumación de este sueño mexicano.
En sus inicios, ‘Zotoluco’ trabajó en modestas tortillerías al lado de su padre, antes de abrazar y luego cristalizar el sueño de convertirse en una figura del toreo.
Se va Eulalio en plenitud de facultades, todavía en buenas condiciones físicas para estar alerta ante las embestidas. Se marchará frisando los 50 años, habiendo estirado al máximo la liga de su dilatada ejecutoria, a diferencia de Manolo Martínez, quien se despidió en la Plaza México con 36 años, en mayo de 1982.
“Dejo el toreo en buenas manos”, declaró en la conferencia de prensa, en clara alusión a una nueva camada de toreros jóvenes encabezada por Joselito Adame.
¿Qué convendrá?, ¿despedirse en La México con una encerrona, en una tercia o en un mano a mano? Tiene varios meses para meditarlo.
La encerrona significaría el compendio de una tauromaquia robusta; la tercia reduce inevitablemente las posibilidades de un último gran éxito —pues lidiaría únicamente dos toros— y el mano a mano sería acaso la cesión definitiva de la estafeta, después de mucho tiempo campeando en solitario, sin que nadie le hiciera sombra.
En este último tramo ha contado con la asesoría de dos hombres inteligentes que lo rescataron de un retiro prematuro: Alejandro Silveti y Alonso Cuevas.
“Todavía tenía muchas cosas qué decir cuando por error anunció su despedida hace seis años”, dice Silveti, enfáticamente. Entonces diseñaron una por una sus últimas temporadas, anteponiendo la calidad sobre la cantidad y buscando que en cada una de ellas brillaran la solera y el añejamiento de quien es un clásico contemporáneo de la Fiesta.
Nos disponemos pues a ver las últimas actuaciones del oficioso ‘Zotoluco’, un torero de grandes recursos técnicos, poderoso con la muleta, entendedor de las condiciones de los toros y sabio administrador de los tiempos durante el armado de sus vertebradas faenas. Con esto otro, que es fundamental: se dio cuenta de que sólo a través de la competitividad podía resistir el desgaste natural de tantos años frente a los públicos, que lo siguen viendo con respeto y admiración.
heribertomurrieta65@gmail.com