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La semana pasada fue presentada la novela El sueño de un maletilla, escrita por el matador de toros en activo Lorenzo Garza Gaona.
Si ‘El Niño de la Palma’ era de Ronda y se llamaba Cayetano, el autor de esta novela acumula todavía más factores e ingredientes que ponen sobre sus hombros gran parte de la plomada histórica de la tauromaquia mexicana. Esos factores son tantos, que se desparraman de la vasija vital de un joven que no llega a los treinta años de edad.
Verán ustedes. Se llama Lorenzo Garza Gaona. Es nieto de Lorenzo Garza y bisnieto de Rodolfo Gaona. Casi nada. Su padre es el matador José Lorenzo Garza, vástago de ‘El Magnífico’. Por el lado Gaona, es hijo de Regina Gaona Cabrera, nieta de ‘El Indio Grande’.
El elegante Rodolfo fue la primera gran figura mexicana a nivel internacional. Rivalizó en España con Joselito y Juan Belmonte. En México causó verdadera conmoción, a tal grado que una tarde de 1923 en el viejo Toreo de la Condesa fue ungido con una tiara pontificia, investido como papa del toreo nacional. “Huraño, cenceño, altivo”, como lo describiera José Alameda, Gaona fue el orgulloso embajador del toreo de México en el primer cuarto del siglo pasado… y lo será para los restos.
Garza, por su parte, fue un torero importantísimo de la llamada Época de Oro, célebre por sus artísticos naturales con el compás abierto, su incomparable toreo de rodillas, su gallardía, su acusadísima y arrolladora personalidad y las broncas fenomenales que provocaba. Mi abuelo materno, Francisco Cantú Lara, garcista furibundo y neoleonés como él, acabó en la cárcel del Carmen por defender a Lorenzo tras la épica gresca de enero de 1947 cuando el diestro norteño, cual espadachín de otros tiempos, retó con su estoque-sable al aficionado poblano Emilio Maurer, que lo había increpado desde las barreras de la Plaza México. De casta le viene al galgo; el autor de la obra trae la torería en su ADN.
Llamarse Lorenzo, apellidarse Garza Gaona, haber conquistado clamorosamente La México como novillero, ostentar el título de matador de toros y por si fuera poco escribir una novela, eso es ser un acaparador. ¡No dejas nada, Lorenzo! Rara avis en el ambiente de los toros, ha escrito esta pieza sabrosa y estructurada como una serie de naturales del ‘Ave de las Tempestades’. Con el lenguaje coloquial y la jerga taurina hermanados (se nota que ha leído y ha absorbido), Lorenzo debuta en el mundo editorial con El sueño de un maletilla, la historia del apasionado Camilo, un aspirante a matador que nunca deja de perseguir su sueño a pesar de numerosos obstáculos, sobresaltos, vicisitudes y amoríos de piernas abiertas que lo distraen de cornamentas igualmente abiertas y a la vez lo motivan para seguir adelante en un ambiente duro como silla de montar. Lorenzo dibuja impecablemente todos los matices del personaje.
Esta novela con reminiscencias de un toreo romántico que ya se extinguió, surge en momentos donde la tauromaquia es más criticada que nunca con la equivocada cantaleta de que no es un arte, sino un episodio cruel y anacrónico. Nos hace recordar el profundo sentido humano y la grandeza de la profesión, sobajada a últimas fechas por asustadizos, ignorantes ponzoñosos y políticos oportunistas.
El libro proyecta –y todo aficionado lo captará de inmediato- cómo Lorenzo le ha dado el golpe al espectáculo de sangre y arena, con su dureza y sinsabores, pero también con su enorme categoría. Le deseo desde estas líneas que muy pronto pueda expresar frente a los toros su riquísimo bagaje taurino y su concepción del toreo, que quedan nítidamente plasmados en la intensa historia que de su imaginación salió.
¿Camilo cumple finalmente su sueño de ser torero? Los invito a descubrirlo en las páginas de esta novela, que huelen a sangre, pólvora y torería.
Esperanza. Los empresarios taurinos de Saltillo, Torreón, Ciudad Acuña y San Buenaventura presentarán a fines de este mes los amparos constitucionales con los que buscarán restablecer la actividad taurina en el estado de Coahuila.
La prohibición abarca la realización de tientas en las distintas ganaderías coahuilenses pero como las dehesas son propiedad privada, confían en revertir la medida sin mayores dificultades.
Como se recordará, la tauromaquia se suspendió en Coahuila como resultado no de una demanda ciudadana sino de una disputa política entre el gobernador Rubén Moreira y el empresario taurino Armando Guadiana.
heribertomurrieta65@gmail.com