En el último mes ha tenido dos presentaciones un torero apodado ‘El Fantasma’, que utiliza una máscara blanca para cubrirse el rostro. El personaje está inspirado en los novilleros que a lo largo de la historia no han sido vistos ni escuchados por los empresarios, pasando por sus oficinas como ráfagas de viento, como auténticos fantasmas.
Desde luego que salir a torear con una máscara va en contra de la tradición y los cánones taurinos, pero al mismo tiempo se trata de un proyecto mercadotécnico que pudiera dar resultados. Por lo pronto, aunque la entrada fue gratuita, el anuncio del debut del enmascarado en San Miguel el Alto, Jalisco, despertó la curiosidad y el morbo del público alteño, que llenó la plaza Carmelo Pérez hasta las banderas.

Diría en descargo suyo que es más importante parar los pies que descubrirse la cara. En este sentido, es obvio que el experimento deberá sostenerse con toreo, por mucho que comparecer con máscara pueda llamar la atención de públicos poco conocedores de la entraña del toreo. ‘El Fantasma’ no será la llave, la gran solución, pero si a través de este torero la gente se interesa en los toros, no hay por qué satanizarlo prematuramente.

Lo ideal sería que detrás de ‘El Fantasma’ existiese un buen torero, pero quizá eso es mucho pedir. Irreverente o extravagante, bueno o malo, puede ayudar de alguna manera a detonar las novilladas, que tanta falta hacen en nuestro país. Este personaje puede llegar a dinamizar la adormecida actividad novilleril. La Fiesta en México lleva un tiempo un tanto apagada y el enigmático novillero puede cubrir un nicho distinto al de los toreros serios o convencionales. Lejos de no querer alternar con él por llevar puesta una máscara, es posible que algunos novilleros quieran aprovechar el escaparate y busquen anunciarse a su lado.

No convence que lleve máscara y tiene más valía contar con personalidad propia sin ponerse una, pero la fuerte polémica que ha despertado en las redes sociales ya es un primer éxito. Quienes manejan al heterodoxo diestro deberán llevar este montaje con inteligencia y planeación de largo plazo, si no quieren que el personaje se esfume como un espíritu.

La Fiesta necesita de incentivos y revulsivos, y si ese incentivo no es precisamente el paladín del clasicismo, no estorba si se busca publicidad. Es pronto para descalificarlo y merece respeto por el hecho de ponerse delante de un toro. Al animal no le importa la nacionalidad del torero, ni su sexo ni si lleva la cara cubierta.

Remato. Torear con una máscara atenta contra la pureza y la seriedad del toreo, pero ya veremos cómo reaccionan los aficionados y si su paso por los ruedos resulta a la postre positivo o negativo.

Fogueo. Despertó polémica la declaración del matador retirado Miguel Espinosa ‘Armillita’, quien aseguró que Joselito Adame no será la figura dominante en los próximos años.

Si bien es cierto que no es nada fácil colocarse y mandar allende nuestras fronteras —“España es para los españoles”, sentenció Miguel— es evidente que hoy por hoy resulta indispensable que los toreros jóvenes mexicanos vayan a la Península Ibérica a foguearse porque la exigencia del toro y la durísima lucha por los puestos en las ferias importantes fortalece su técnica y su carácter, eleva sobremanera su nivel de competitividad y los obliga a ser profesionales al cien por ciento.

Otra cosa está clara después de escuchar al hijo del maestro Fermín en el Canal Once: Joselito está llamado a tirar del carro de la Fiesta mexicana en los próximos años. La figura emergente del toreo en México reúne condiciones de sobra para ello. Vamos a ver qué tanto lo respetan los toros y hasta donde estira su tauromaquia para alcanzar ese objetivo.

heribertomurrieta65@gmail.com

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