Como parte de la celebración de su centésimo aniversario, el Club América anunció que Cuauhtémoc Blanco, su máximo referente de las últimas décadas, tendrá al fin su partido del adiós, el 5 de marzo en la cancha del Estadio Azteca contra el Morelia.

Pero no se trata de una despedida simbólica como la del legendario Chava Reyes, quien “jugó” unos cuantos segundos en 2008 contra los Pumas del Universidad en el estadio Omnilife de Guadalajara, sino que se tiene planeado que ‘Cuau’ participe durante 30 minutos aproximadamente en el juego ante el equipo dirigido por Enrique Meza.

Como los toreros, el ídolo barrial sale momentáneamente del retiro para despedirse por cuarta vez. De las tres anteriores, dos fueron vistiendo la camiseta de la Selección Nacional, y una, la del Puebla. Pero existen grandes inconvenientes de no poca relevancia: su falta de forma física y su actividad política.

Blanco tiene 43 años de edad y evidentemente no está en forma para jugar un tramo de un partido de Primera División. No basta con correr durante un mes para ponerse a punto, hay que hacer una pretemporada y entenderse futbolísticamente con los compañeros. No parece muy serio que digamos ponerlo a jugar en un encuentro oficial. ¿Por qué no mejor hacerlo en un amistoso?

Por si fuera poco, la FIFA y el Código de Ética del Futbol Mexicano obligan a quien esté sujeto a dicho reglamento a mantener una postura neutral ante asuntos religiosos o políticos. Y Blanco es presidente municipal en funciones de Cuernavaca, Morelos. La redacción del artículo correspondiente, el 7, es ambigua. ¿Mantener una posición neutral ante asuntos políticos o religiosos significa únicamente no verter una opinión pública sobre ellos? Deducimos que la “posición neutral” también implica no laborar en la política, no portar leyendas o imágenes religiosas en la camiseta y no realizar actividades religiosas.

Todo parece indicar que al Morelia le sobrarían elementos para protestar por alineación indebida de Cuauhtémoc. Sin embargo, el equipo michoacano, en voz de su vicepresidente deportivo Roberto Hernández, inteligentemente no hizo “olas” y prefirió dejar pasar el tema, consciente de que el América dará ventajas al jugar media hora con un ex futbolista que se encuentra en el retiro, por muy talentoso que haya sido.

Inconvenientes aparte, desde una óptica estrictamente futbolística, el hecho de que el América reconozca a Cuauhtémoc es un acto de justicia. Extinto el amor a la camiseta, en Cuauhtémoc sí se adivinaba una auténtica identificación y cariño hacia los colores de las Águilas. Siempre comprometido con su causa, desenfadado, provocador, colmilludo, entregado, sobrado de chispa y de brillantez futbolística, Cuauhtémoc Blanco fue siempre un espectáculo, un mago con el balón en los pies, un gran pasador, el gran improvisador que sabía qué hacer con el balón aún antes de recibirlo. ¿Podrá dejar alguna genialidad para el recuerdo en su despedida?

heribertomurrieta65@gmail.com

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