La Selección Mexicana tenía la victoria a su alcance ante Argentina, pero volvió a demostrar que no sabe redondear partidos.

Sin perder de vista que se trataba de un partido amistoso y que por eso mismo, el equipo de Argentina no se empleó a fondo, la Selección Mexicana tuvo un buen desempeño la noche del martes sobre la defectuosa cancha de Arlington, Texas.

Impuso condiciones, se hizo del balón y se perfilaba para ganar el duelo con todo merecimiento. Incluso, el 2 a 0 con el que navegó durante buena parte del segundo tiempo pudo traducirse en una ventaja mayor, si el voluntarioso, aunque limitado, Javier Hernández hubiera marcado la clarísima oportunidad que tuvo cuando Mascherano le regaló una pelota en tres cuartos de cancha (los verdaderamente grandes goleadores no fallan ese tipo de oportunidades de mano a mano frente al arquero).

Decía que la Selección se perfilaba para ganar… pero pasó lo de siempre. Esa mala costumbre de no saber hacer partidos redondos. Ya le había sucedido contra Holanda en el Mundial de Brasil, donde antes del famoso clavado del marrullero Robben, el Tri había soltado la iniciativa. Le faltó manejo de partido, ser más canchero, y se quedó fuera de la justa.

¿Por qué los jugadores mexicanos no saben “cerrar” partidos?, ¿por qué dejan cabos sueltos cuando tienen la victoria a su alcance? Por falta de concentración, por aflojar el ritmo, por olvidarse de que los juegos son de 90 minutos y que hasta el último de ellos tiene 60 segundos, como bien subrayaba don Fernando Marcos. ¿Cuándo aprenderán la lección?

Hugo sin yugo. Tras una larga enfermedad falleció José María Ruiz-Mateos, el legendario hombre de empresas, marqués, político y propietario del equipo Rayo Vallecano en los tiempos de Hugo Sánchez. Tenía 84 años. Llegó a ser el hombre más rico de España en los 70 del siglo pasado, pero después fue encarcelado por evasión de impuestos, fraude y apropiación indebida. Protagonizó toda clase de episodios estrambóticos, como cuando se disfrazó de Supermán en la Plaza de Castilla de Madrid para burlarse de la justicia española. El escándalo lo acompañó hasta su sepelio. Un juez detuvo su incineración para practicarle una prueba de paternidad.

Me cuenta Hugo que, allá por 1992, Ruiz-Mateos hacía firmar a los jugadores del Rayo dos contratos diferentes, uno blanco, registrado ante la Real Federación Española, y otro negro, que solía utilizar para afectar a sus jugadores.

“Nos ponía detectives y les ordenaba que tomaran fotos a los jugadores que salieran tarde de alguna discoteca”. Llegado el momento de cobrar, el potentado mostraba las imágenes comprometedoras a los trasnochadores y los ponía contra la pared: la publicación de las gráficas en los medios impresos o una rebaja considerable en su salario mensual. Así se atoró a varios, entre ellos a Anton Polster, aquel delantero austríaco que jugó los Mundiales de 1990 y 1998.

A Hugo también le puso detectives, pero el ‘Penta’ se ufana de su buen comportamiento y de no haber tenido nunca que cederle parte de su sueldo y mucho menos someterse al yugo del polémico extorsionador gaditano.

heribertomurrieta65@gmail.com

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