La Federación Mexicana de Futbol se ha reconfigurado al estilo gabinete de gobierno mexicano, donde los mismos personajes ocupan distintos cargos a lo largo de uno o más sexenios, en una insólita rotación de todólogos.

Pero ahora mismo, más allá de su reestructuración interna, se le queman las habas por presentar un nuevo proyecto y nombrar al técnico de la Selección Mexicana. Se debate entre Ricardo Antonio La Volpe ahora o Marcelo Bielsa en diciembre próximo. La Federación no se manda sola y está obligada a pedirles voz y voto a los dueños de clubes, principalmente a quienes aparte de contar con equipos poseen televisoras y tienen una influencia mayor. ¿Quién se iba a imaginar este complejo escenario hace menos de un mes, cuando Miguel Herrera era el técnico en funciones y pintaba para serlo durante mucho tiempo? A 23 días de su destitución, Herrera da entrevistas a granel (pudiendo sensatamente haber dejado pasar más tiempo) y la FMF se quiebra la cabeza para encontrarle sustituto.

Fuentes consultadas por este columnista aseguran que aún no hay consenso y que a varios propietarios les incomoda la idea del retorno del polémico ‘Bigotón’, cuyo conocimiento del juego nadie cuestiona, pero que tiene muchos años sin cosechar éxitos y resiente de alguna manera el escándalo de la podóloga Belén Coronado el año pasado en Guadalajara. Ricardo tiene a su favor que Belén falló en la prueba del polígrafo y desistió de la demanda, por lo que ha podido volver a dirigir en Primera División. En realidad no tendríamos por qué estar recordando asuntos colaterales a la hora de definir el perfil ideal del timonel para la Selección, pero el circo del futbol mexicano da para eso y más. Algunos defienden que con La Volpe se daría continuidad al estilo que se tenía con Herrera (lo cual es cierto) pero, ¿qué tan complicado podría resultar para los seleccionados acostumbrarse eventualmente a un sistema diferente?

En fin, es muy posible que el próximo lunes 24 se dé a conocer información en torno al nuevo entrenador del conjunto nacional.

Brutalidad. Guillermo Cantú salió a tiempo de la presidencia del Necaxa, horas después de la reyerta callejera en la que se vieron involucrados los jugadores necaxistas Alejandro Molina y el uruguayo Luis Gorocito la madrugada del domingo en la ciudad de Aguascalientes. La bomba le estallará en las manos a su reemplazante. Los Rayos habían derrotado horas antes por 3 a 0 al Atlético San Luis en el estadio Victoria de la capital hidrocálida.

Según la declaración de la joven Susan García López, los futbolistas, en estado de ebriedad, quisieron coquetear con ella. La acompañaba su primo Luis Mariscal López, de 22 años de edad, quien pidió a los futbolistas-gamberros un poco de respeto. Molina y Gorocito arremetieron a golpes contra Mariscal, hasta causarle tres fracturas en el cráneo. Los doctores que lo atienden en el hospital Centenario Miguel Hidalgo de Aguascalientes, han dicho que podrían quedarle secuelas de por vida.

No se puede tolerar que dos “deportistas” se comporten de esa manera. En la página oficial del Necaxa se puede leer la misión del club: “Crear atletas profesionales de alto rendimiento, que a través del futbol fomenten la convivencia familiar y el entretenimiento sano”. La institución enumera, entre sus valores, “el respeto y la responsabilidad social”. Evidentemente, a Molina y Gorocito la misión, los valores y la gloriosa historia rojiblanca no representan nada digno de tomar en cuenta. Contradictoriamente, la camiseta negra con la que aparece Molina detenido tiene un estampado en letras blancas que dice: Honor y Valor.

Les espera la cárcel, aunque en este país, todo puede pasar. Esperemos que verdaderamente se aplique la ley, allá en la tierra de la gente buena.

heribertomurrieta65@gmail.com

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