Me ha dolido en el alma la muerte de mi querido amigo Jesús Solórzano. Tuve la fortuna de convivir con él en muchas ocasiones. Era un hombre sensible, cariñoso y simpático. La coincidencia de debilidades humanas nos hacía muy afines. Pero como hace mucho tiempo Chucho había dejado la adoración de Afrodita para entregar su vida a Dios –Fray Jesús, le llamaba con guasa su hermano Salvador—, jugaba conmigo el vigilante papel de pastor, de guía. En el camino de la vida ya venía Chucho de regreso, y por eso su orientación era tan valiosa. Escudriñaba en el alma de las personas, tratando de convencerlas de que solo hay un camino que lleva al Cielo.
Como torero fue un intérprete de gran clase y soltura, proyector de la alcurnia de su familia educada y fina. Recuerdo con emoción su elegantísima participación en un festival hace pocos años en la Plaza México. Su naturalidad y sus detalles me cautivaron.
Recientemente trabó amistad con Morante. Hablaban el mismo idioma. ¿Se imaginan los diálogos entre los dos artistas? Pude escuchar algunos y fueron de antología.
Una formación de gran pureza y un entorno con ambiente taurino de primera respaldaron el surgimiento de este artista clásico de los ruedos.
Inventó un pase en el que embarcaba al toro volteando la muleta y presentando su envés, seguido de un giro completo al desenganchar la embestida par quedar preparado para ejecutar un derechazo. Ese pase fue bautizado como “la fedayina”, en recuerdo a su imaginativo trasteo al toro ‘Fedayín’ de Torrecilla el 13 de enero de 1974 en la Plaza México. La tarde anterior a su faena más recordada, Jesús había ido en busca de sensibilizarse a un cine de Ciudad Satélite donde se proyectaba una película sobre la vida del célebre compositor austríaco Johan Strauss. Alguna inspiración habrá hallado en la evocación del autor del Danubio Azul, porque logró provocar el delirio de la multitud reunida en la plaza de Insurgentes.
En la película que testimonia la bellísima pieza, se aprecia al fondo cómo saltan de emoción los espectadores de las barreas de Sol, mientras Chucho dibuja un soberbio pase natural plantado en los medios, sobre el surtidor de agua. En esa misma faena le dio por pegar un muletazo e irse de la cara del burel zacatecano, pinceladas sueltas del esteta que alcanzaba la cumbre de su desconcertante carrera.
Todo el bagaje acumulado en el camino le permitía a Chucho hablar de toros con gracia, elocuencia y un gran concepto. Era un placer conversar con él. Muchas cosas aprendí al charlar con ese torero principesco de tanto arte y sensibilidad, al que mucho voy a extrañar.
Incongruencia. Hace ocho días en este espacio decíamos lo siguiente: “El jurado nombrado por la empresa debe estar integrado por gente conocedora y sensible, con una amplia capacidad para aquilatar lo que se haga en el ruedo del coso metropolitano. En sus manos podría estar de alguna manera el futuro de los toreros que van a torear en estas corridas de oportunidad. De ahí la enorme responsabilidad que recae sobre sus hombros”.
De ninguna manera está mal que el jurado lo conformen las porras. Lo que establezco es que debe estar integrado por aficionados que reúnan los requisitos arriba mencionados.
Pues bien, el domingo pasado después de cuatro toros, lo justo era que Juan Luis Silis y Oliver Godoy lidiaran al quinto y el sexto de la tarde, respectivamente, dado que Silis había cortado una oreja y Godoy había tenido muy buenos momentos, mientras que Christian Ortega no trascendió y Antonio Mendoza, aunque muy firme y decidido, no logró matar al tercero.
Pero entonces, increíblemente el jurado integrado por 14 porras dejó fuera a Godoy y premió a Mendoza, concediéndole el derecho de lidiar al último de la jornada, a pesar de que le habían sonado los tres avisos; una incongruencia total. Dejar un toro vivo era motivo suficiente para dejar fuera de liza al valiente Mendoza. Esta injusticia le puede costar muy cara a Oliver Godoy.
Cada porra llenó un formato para calificar a los toreros a través de puntuaciones. Esto no es de tarjetas de puntuaciones, es de conocimiento, correcta valoración y sensibilidad. Urge modificar este sistema para la corrida de hoy o de lo contrario seguirán en riesgo las carreras mal juzgadas de toreros con merecimientos, urgidos de oportunidades.
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