En absolutamente todas las conversaciones que he tenido con don Nacho Trelles en los últimos 10 años, el viejo santón del futbol mexicano siempre saca el tema de la violencia creciente en el balompié nuestro.
En efecto, la violencia es una constante en las canchas en los últimos años. Y no es que haya crecido el fin de semana pasado, sino que se juntaron tres lesiones graves de Rodolfo Pizarro, Hirving Lozano y Renato Ibarra.
Hace bien la Comisión Disciplinaria en congelar a quienes causaron tales lesiones, pero ¿por qué los suspende temporalmente?, ¿por qué no los inhabilita en definitiva?, ¿qué pruebas está esperando para terminar su investigación?, ¿investigación de qué?, ¿acaso el comisionado se va a meter en la mente de Sambueza para saber si actuó con mala leche o no?, ¿por qué Orozco no fue también suspendido temporalmente?
Yo, que no soy psicólogo ni nada que se le parezca, me declaro incompetente para afirmar contundentemente que el propio Rubens o el “Rifle” Andrade u Orozco jugaron de mala fe para mandar al quirófano a sus colegas de profesión.
Siguen la blandura y la indefinición tanto en la Federación Mexicana como en la Comisión Disciplinaria. Mientras los árbitros sigan sin sacar tarjetas rojas dizque para “favorecer” el espectáculo y en tanto haya que esperar hasta la quinta tarjeta amarilla para suspender a un jugador, la violencia seguirá proliferando en las canchas mexicanas.
Aplauso. En un equipo donde parece que se secó el semillero de jugadores, de pronto aparece Diego Lainez con la camiseta del América en la Primera División.
Punto a favor de Ricardo La Volpe, que antes había sacado a la palestra a Edson Álvarez, central titular de la oncena amarilla desde hace un buen rato.
Sin dejar de reconocer los indiscutibles logros del América en los últimos tiempos, es evidente que en Coapa se ha priorizado la contratación de extranjeros o de jugadores formados en otras entidades nacionales, en busca de armar un equipo altamente competitivo.
Un reconocimiento también a hombres como Raúl Rodrigo Lara, que acabó de pulir al flacucho tabasqueño, encarador y habilidoso, que ha traído el viento fresco de la novedad.
Tristeza. Con cierta frecuencia me llamaba amablemente por teléfono el fallecido don Carlos Miloc. Comentaba los temas del futbol en voz baja, casi susurrante. Además, me compartía con gran entusiasmo sus impresiones de las corridas de toros, que seguía domingo a domingo por televisión. Era partidario del diestro francés Sebastián Castella.
Extrañaré al querido “Tanque”, un hombre de gran carácter, buque insignia de la garra charrúa, un hombre entrañable de gran calidad humana.
heribertomurrieta65@gmail.com