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En fechas navideñas se realizará la gran final del campeonato mexicano con dos grandes equipos: los Tigres y el América.
Ricardo Antonio La Volpe ha cambiado su proverbial estilo ofensivo para buscar ganar a través de la practicidad y tiene a las Águilas en la última instancia del sistema de competencia.
Por su parte, Ricardo Ferretti ha mantenido su formato de siempre, ese que le ha dado resultados y títulos. Tigres es un auténtico equipazo en todas las líneas, con una banca envidiable, una de las más grandes potencias futbolísticas del Continente Americano. Un equipo más compacto y vertebrado que el América actual, y por consiguiente, favorito para obtener el título y redondear así una campaña extraordinaria, con un Gignac que se ha reencontrado con el gol de manera sensacional.
En este duelo de Ricardos y bigotones, entre pinos, foquitos y recalentado, falta saber qué tanto le afecta al América el pesado y largo viaje a Oriente para participar en el Mundial de Clubes, y si el receso obligado no afecta de alguna manera al trabuco norteño.
Aberración. El Necaxa hizo un excelente papel en el torneo que está por concluir. Brillante trabajo de Alfonso Sosa, quien en un ejercicio de autocrítica, reconoció que se equivocó cuando dio el espaldarazo a varios jugadores que en su momento lograron el ascenso con la Universidad de Guadalajara, manteniéndolos en el máximo circuito. Y así le fue. Esta vez cambió la fórmula y con el acierto de magníficas contrataciones como el guardameta Barovero y el goleador Puch, confeccionó un equipo competitivo que practicó un buen futbol a lo largo de la campaña. También la directiva encabezada por Ernesto Tinajero trabajó con inteligencia y sin protagonismos en la temporada de retorno a la Primera División.
El conjunto que hace unos años recaló en Aguascalientes lleva nueve décadas vistiendo con franjas verticales rojas y blancas. En 2013 se me encargó la realización de un DVD sobre la historia de la legendaria institución, y en miles de imágenes revisadas durante la investigación iconográfica, desde los “Once Hermanos” hasta “El Equipo de la Década” aparece la escuadra electricista vestida siempre de la misma manera.
Sin embargo, el domingo pasado en el Estadio Azteca saltó a la cancha con otra piel. 93 años portando el bello uniforme rojiblanco y el día que se presenta a jugar su partido más importante de los últimos años, aparece con una camiseta con rayas negras. Rayos con ajenas rayas. Lo único que logran con esos inventos innecesarios es restarle identidad a un equipo con tanta tradición.
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