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Suele pedirse no confundir la gimnasia con la magnesia. ¿Pero fue la magnesia la que se mezcló fatídicamente con la gimnasia?
El punto es que Simon Biles resbaló en el peor momento en la viga de equilibrio, acaso por un exceso del polvoso carbonato, y perdió la posibilidad de ganar cinco medallas de oro en los Juegos Olímpicos que se disputan aquí en Río de Janeiro.
Aún así, con cuatro oros y un bronce, la Biles se confirmó como la reina de la gimnasia universal con su desempeño explosivo, flexibilidad, potencia de piernas y absoluta seguridad. Improcedente la comparación con su antecesora Nadia Comaneci, pues este deporte ha cambiado drásticamente, demandándose de los gimnastas de hoy una mayor destreza y preparación física.
Las 32 horas de entrenamiento semanal se reflejaron con nitidez en casi todos sus movimientos ante el asombro del público que hizo grandes entradas durante todos los días de competencia de la gimnasia artística en la Arena Olímpica de Barra de Tijuca.
Un privilegio para este comentarista haber narrado en ESPN las hazañas de la acorazada de bolsillo, que quedarán grabadas con letras de oro en la fascinante historia de los deportes.
Sobrado. Un tanto sobrado vimos al relampagueante Usain Bolt en la gran final de los 100 metros planos, que ganó sin problemas el domingo pasado en el Estadio Olimpico de Río.
Se llevó la mano al pecho antes de cruzar la meta, perdiendo fracciones de segundo para mejorar su marca y buscar un récord, al dejar de realizar el braceo normal de una carrera tan explosiva.
Por supuesto que es un figurón de época, pero esos alardes hablan de una cierta desconcentración que no debería tener cabida.
heribertomurrieta65@gmail.com