En Argentina se menciona con insistencia que Lionel Messi está evaluando seriamente la posibilidad de dejar la selección de Argentina.

Los rumores crecieron luego de una escueta declaración de su abuelo materno Antonio Cuccitini. Cuando le preguntaron si su nieto podría alejarse de la Albiceleste, respondió: “Algo hay de eso”. El abuelo aseguraba tácitamente que el astro piensa tomarse un respiro después de fracasar en la Copa América, donde la selección chilena derrotó a su similar pampera en la gran final, con aquel penalti ejecutado por un calculador Alexis Sánchez.

A la lluvia de críticas se adhirió hace unas horas Diego Armando Maradona, quien pidió dejar de “mimar” al superdotado atacante del Barcelona. De acuerdo. No hay que hacerle mimos, pero resulta desproporcionado querer desterrarlo.

Si bien es cierto que algo del genio palidece cuando juega con su selección y que sigue sin entregarle un título importante a su país (a diferencia de Diego Armando, quien alzó la Copa del Mundo en 1986), es evidente que la selección de Argentina lo necesita. Está en plenitud de facultades, con la chispa siempre encendida, y en cualquier momento puede cambiar el rumbo de un partido.

Las críticas deben tomarse con madurez. Ni Messi, el fenómeno del futbol, es monedita de oro. Abandonar la selección, simplemente porque hay críticas, sería un error garrafal de su parte. Les daría gusto ridículamente a sus opositores. Si Messi fuese un vividor que saltara a la cancha a pasear con mandanga, habría fundamento para forzar su salida, pero el rosarino, más allá de un cierto bajón cuando juega con la selección, se muestra siempre como todo un profesional y su ‘bronca’ por perder la final en Chile se percibe auténtica. Tampoco hay que perder de vista que este es un juego de conjunto, en el que los músicos cuentan mucho para que luzca el director de orquesta.

Otra de las críticas más recurrentes es en el sentido de que se fue a España cuando era un niño y que no está arraigado en Argentina, pero haberse formado en España, no lo hace menos argentino y dudo que no sienta profundamente los colores de su país.

En fin, Messi debe mostrar carácter y no ser presa de los hinchas más extremistas. Por encima de las críticas está el defender con honor y entrega la camiseta de su patria. Ni modo que por las críticas no vayamos al día siguiente a trabajar.

Espesura. De nada sirve tener la posesión del balón durante 80% del tiempo de un partido, si las ideas no son claras y se termina atacando, como bien dijo Andrés Guardado, “con más corazón que cabeza”.

Así fue como la Selección Mexicana, casi confiscó el esférico ante una Guatemala pertrechada en su retaguardia, pero no supo hilvanar jugadas con sentido futbolístico y mucho menos horadar la meta chapina. Giovani entró demasiado tarde y los verdes nomás no pudieron abrir el cerco de la limitada escuadra centroamericana.

Para el juego de anoche ante Trinidad y Tobago, Miguel Herrera hacía, a través de su alineación, una proclamación de futbol ofensivo con un solo volante de contención y el regreso a su acostumbrada línea de cinco, que incluye a dos carrileros que saben galopar por las bandas. Sabía Miguel que era menester desplegar las banderas ante una oncena como la trinitaria, en el marco de un deprimente torneo de bajo nivel, cuyo único atractivo es la conquista de un boleto para la Copa Confederaciones de Rusia en 2017.

heribertomurrieta65@gmail.com

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