Más Información
Sheinbaum critica a oposición por estar a favor de dichos de Trump; “parecen conservadores del siglo XIX”
Migrantes de otras nacionalidades deben de ser repatriados a sus países, no a México: Sheinbaum; “no los vamos a dejar solos”, dice
Sheinbaum ofrece a migrantes acceder a programas de Bienestar ante amenaza de Trump; no ha tenido “mayor comunicación”
Agosto de 2015. Trabajadores del restaurante Traspatio, en la colonia Roma, hallaron en el interior del local el cadáver de una compañera: la empleada a cargo de la limpieza. La joven mostraba señales de estrangulamiento. La caja fuerte había desaparecido. El dueño del negocio afirma que contenía 50 mil pesos.
Aquella mañana la víctima había llegado temprano al restaurante. Las autoridades afirman que como era la única persona que se encontraba en el lugar, “los asaltantes decidieron matarla”.
La revisión de las cámaras de la vigilancia que hay en la zona permitió a la Procuraduría capitalina detectar a una persona embozada, y cubierta con una gorra, que aguardaba, sentada en la banqueta, la llegada de la joven.
El sospechoso cometió el error de despojarse de la gorra unos instantes antes de ponerse en pie y entrar en el restaurante. Debido a esa imagen los empleados del restaurante lo identificaron: había trabajado en el lugar durante un tiempo, el necesario para conocer su operación. Fue detenido.
Para vecinos y asociaciones de restauranteros de la Roma aquel asesinato fue el anuncio de los días de miedo e inseguridad que estaban por caer sobre la colonia.
El delegado saliente, el perredista Alejandro Fernández, había otorgado licencias a granel durante los últimos meses que estuvo en el cargo. Los comités vecinales se quejaban de que la proliferación de bares, fondas y restaurantes atraía al comercio informal, en su versión de cuida coches y “viene vienes”, y atraía enseguida a la delincuencia: dealers, asaltantes y ladrones de autos.
El 19 de octubre, tres semanas después de su llegada a la demarcación, el delegado de Morena, Ricardo Monreal, recibió su bautizo de fuego.
Ese lunes, pasadas apenas las ocho de la noche, tres hombres armados irrumpieron en el restaurante Belmondo de la calle de Tabasco. En el lugar se hallaban 20 comensales. Los despojaron de bolsas, carteras, joyas, celulares. Dos sujetos más los esperaban afuera. Fue un asalto relámpago: en menos de cinco minutos los asaltantes huyeron a bordo de dos camionetas, una blanca y una negra.
De nueva cuenta las cámaras de vigilancia permitieron a la procuraduría capitalina llevar adelante la investigación. La guiaron a la colonia Huichapan, en la delegación Miguel Hidalgo.
A mediados de diciembre, seis personas fueron detenidas, dos de ellas a bordo de una motocicleta que circulaba en la calzada México-Tacuba. Todo indicaba que el grupo había participado en otros asaltos: los presuntos participantes en el atraco del Belmondo tenían en su poder tarjetas bancarias a nombre de distintos cuentahabientes.
La inseguridad en la zona de la Roma, sin embargo, no cesó. Los grupos organizados de restauranteros de la colonia afirman que de entonces a la fecha han sucedido al menos 30 robos y asaltos en negocios de la colonia.
Entre los sitios arrasados por la inseguridad se hallan Casa Virginia, Contramar, Traspatio (robado dos veces), Café Paraíso (dos veces), Parnita, Páramo, Cabrera 7, Wok this way, Puebla 109, Café Toscano, El Departamento, Butcher & Sons e In Bocca al Lupo.
Los eventos se han llevado a cabo de marzo a la fecha. Según los restauranteros, jóvenes a bordo de una motocicleta se llevaron carteras y teléfonos de clientes del Contramar que comían en la banqueta.
Las organizaciones registran también robos sucedidos en la madrugada, por parte de ladrones que se cuelan por ventanas o azoteas y se llevan dinero, iPads, computadoras, pantallas, sistemas de audio, cajas registradoras e incluso botellas. El circuito cerrado de un restaurante registró la presencia de un asaltante que irrumpió dos veces en el lugar la misma noche.
Existe también la grabación de un ladrón que se sentía tan tranquilo que destapó una botella de Jack Daniel’s y se sentó a beberla hasta que la policía vino por él (una alarma se había activado en el celular del dueño del negocio, quien reportó la presencia del intruso).
Los restauranteros afirman que, según sus cámaras de vigilancia, al menos siete de los robos fueron cometidos por las mismas personas: dos sujetos conocidos como El Güero y El Chango, “que entran y salen de la cárcel como Pedro por su casa” debido a averiguaciones integradas de manera deficiente.
Entre los casos recogidos por las organizaciones figura el ingreso de ladrones a los restaurantes la misma noche en que fueron clausurados por las autoridades.
Un misterio. En la Roma hay cámaras, operativos, vigilancia, pero nada detiene de la inseguridad.
@hdemauleon
demauleon@hotmail.com