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El Caminante fue quien coordinó, hace dos años, el operativo en el que desaparecieron 43 alumnos de la normal rural de Ayotzinapa. Desde un teléfono celular movilizó sicarios y policías municipales. Hizo y recibió esa noche cientos de llamadas, mientras se movía en un radio específico: el radio en el que ocurrió la mayor parte de los hechos.
La PGR supo de su existencia desde noviembre de 2014, fecha en que fue detenido Ramiro Ocampo Pineda, El Chango.
El Chango era jefe de “halcones” de una de las células más violentas de los Guerreros Unidos: la que comandaba Víctor Hugo Benítez Palacios, El Tilo.
En la agenda telefónica de Ocampo Pineda apareció aquel nombre: El Caminante. Durante las peores horas del 26 y 27 de septiembre de 2014, las llamadas más recurrentes de Ocampo fueron precisamente para ese misterioso personaje.
El Caminante se comunicó esa noche con al menos 24 policías municipales de Iguala y Cocula, según las últimas investigaciones. El director operativo de la policía de Iguala, Fausto Bruno Heredia, sostuvo con él diez comunicaciones. El agente Rubén Alday Marín habló con El Caminante 29 veces.
También le marcaron, entre las 20:30 y las 04:00 de la mañana, los policías Zulaid Marino, Miguel Ángel Hernández y Enrique Pérez Carreto.
A partir de la antena que registró la mayor actividad telefónica de El Caminante, la PGR asegura que, mientras el infierno se desencadenaba en Iguala, este personaje se estuvo moviendo en las cercanías del sitio en donde el estudiante Julio César Mondragón fue asesinado; en la zona donde los normalistas quedaron atrapados (la esquina de Juan N. Álvarez y Periférico), y en las inmediaciones de la casa de Víctor Hugo Benítez Palacios, El Tilo. Todo esto en las llamadas “horas críticas” del 26 y 27 de septiembre de 2014.
¿Quién es El Caminante? ¿Un alto jefe policiaco? ¿O alguien que tenía un control absoluto sobre la policía de la región?
Los investigadores aseguran que en ningún otro teléfono relacionado con el caso aparece registrado un Caminante. ¿Era una clave convenida entre El Chango Ocampo Pineda y él?
El Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes, GIEI, señaló en su último informe que la red de El Caminante incluía al menos media docena de policías municipales. Hoy se sabe que de su número telefónico salieron llamadas por lo menos a 24.
Una línea de investigación apunta a que El Caminante pudo ser precisamente El Tilo. Por una causa: aunque la agenda de Ocampo Pineda está repleta de nombres vinculados a los Guerreros Unidos, en ella no aparece Víctor Hugo Benítez Palacios, su propio jefe.
Y sin embargo, dicen las autoridades, fue el propio Benítez Palacios quien lo reclutó como jefe de “halcones” e incluso le entregó el teléfono en que aparece El Caminante.
Hasta el momento sigue abierta la posibilidad, sin embargo, de que este personaje sea alguien que se hallaba por encima de El Tilo: alguien capaz de movilizar con una llamada a la policía de Iguala, de Cocula e incluso de Huitzuco.
Aunque no hay constancia en el expediente de que los verdugos de los alumnos se hubieran apoyado en policías de Huitzuco, la “forensia” telefónica indica que varios elementos pertenecientes a este municipio se movieron, entre las 20:30 y las 2 de la mañana, hacia la zona de los hechos. ¿Fueron a transmitir una instrucción?
En uno de sus informes, la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, CNDH, sostiene que un testigo —el 1.2.A— oyó decir aquella noche a unos policías municipales que algunos alumnos serían llevados a Huitzuco: “Allá que el patrón decida qué va a hacer con ellos”.
Varias patrullas llegaron al Puente del Chipote y, de acuerdo con el testigo, se llevaron a aquellos estudiantes “en dirección a Huitzuco”.
En dos años, la PGR ha logrado detener a 128 personas involucradas en la desaparición de los alumnos. Ha realizado 850 búsquedas en sitios específicos. Ha respondido al 93% de las 941 peticiones planteadas por el GIEI. Ha cumplido 34 de las 47 observaciones realizadas por la CNDH.
Pero no ha logrado determinar a ciencia cierta ni quién es El Caminante ni quién es El Patrón. Tampoco, quién envió a los estudiantes a Iguala, qué desató su persecución, qué decisión se tomó en Loma del Coyote, en cuántas partes se dividió el grupo de alumnos secuestrados ni cuál fue el destino final de cada uno de ellos.
A dos años, alcanzo a entrever en las autoridades dos certezas: que la versión desarrollada alrededor del “quinto autobús” es poco probable, y que el basurero existió, aunque no todos los normalistas fueron llevados a ese sitio.
@hdemauleon
demauleon@hotmail.com