Héctor De Mauleón

Ni un gramo en La Condesa

Todo parece indicar que el narcomenudeo en esa colonia perdió uno de sus centros más conocidos de distribución. Pero no perdió un gramo, ni tampoco uno solo de sus operadores

Ni un gramo en La Condesa
27/06/2016 |01:06
Redacción El Universal
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Un túnel, misterioso y escalofriante, que conecta a un predio contiguo en la calle de Baja California. Nueve motocicletas arrumbadas. Cerca de 15 kilos de cohetones. Varios costales de cascajo. Una efigie de la Santa Muerte en cuyo altar, junto a algunas copas de tequila a medio llenar, aparecían las fotografías de varios desconocidos. Pilas de llantas presumiblemente robadas a automóviles estacionados en las cercanías. Tres bóvedas en las que se halló documentación de una empresa de transportes marítimos —Consignataria Oceánica, con dirección en Baja California 309—, así como legajos que contenían las nóminas oficiales de distintas delegaciones capitalinas.

Todo eso arrojó el operativo que la procuraduría capitalina desató el miércoles pasado en el edificio número 12 de la calle Benjamín Hill, en la colonia Condesa de la Ciudad de México.

Lo que el operativo no arrojó fue detenidos. Tampoco, el decomiso de un solo gramo de droga.

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Dos investigaciones de la delegación Cuauhtémoc, realizadas en noviembre de 2014 y febrero de 2016 —ambas entregadas al gobierno de Miguel Ángel Mancera—, habían señalado al inmueble como un centro de distribución de drogas al menudeo. Cientos de quejas y denuncias interpuestas por vecinos de la Condesa llevaron a dos jefes delegacionales, Alejandro Fernández y Ricardo Monreal, a ordenar que el edificio fuera investigado. Las conclusiones de los trabajos de investigación fueron que en Benjamín Hill número 12 “existe la venta de arma y drogas”, “hay personas que portan armas” y “se tienen infinidad de denuncias por los delitos de robo a transeúnte, narcomenudeo y extorsión”.

En el operativo que se realizó el miércoles tomaron parte elementos de la Policía de Investigación y del Grupo Especial de Reacción e Intervención (GERI), así como elementos de la Secretaría de Seguridad Pública capitalina.

Pero el edificio había sido desocupado. “Todo estaba desordenado, con los cajones revueltos y las cosas tiradas en el piso”, relató uno de los policías de investigación que participaron en el “desalojo” del edificio.

Dicho elemento me compartió las primeras fotos del operativo (las cuales fueron publicadas de inmediato por EL UNIVERSAL). “Parecía una mudanza hecha en chinga”, ironizó. “Era evidente que [los habitantes] acababan de irse. Buscaron cosas con mucha prisa y sólo cargaron lo que pudieron. En el camino, dejaron todo lo que no les dio tiempo de llevarse, como las motos”, refiere el agente.

“Evidentemente se trató de un ‘pitazo’. Y ese ‘pitazo’ sólo pudo venir del encargado de brindarles protección. En el área de seguridad de la delegación hicimos trabajo de inteligencia y además recogimos testimonios de vecinos. No nos quedó la menor duda: el edificio amparaba a un grupo organizado para delinquir”, afirma Ricardo Monreal. “Es imposible que no hayan encontrado nada”.

El inmueble fue tomado una madrugada de hace tres años por supuestos integrantes de la Asamblea de Barrios Poniente, organización de invasores y golpeadores que dirigen los hermanos Claudio y Héctor González. “Entre la 1:00 y la 1:30 de la mañana oímos que pateaban las puertas. Unos 50 hombres armados y encapuchados andaban por el edificio gritando: ‘¡Chingó a su madre, esto es un desalojo, sálganse!”, relata uno de los vecinos que fueron echados a la calle aquella noche. La organización se adueñó desde entonces del predio (que se hallaba intestado).

Hará cosa de un mes publiqué en esta columna, entre otras cosas, lo que las dos investigaciones oficiales habían revelado. En respuesta, desde las cuentas @BarriosAsamblea y @HectorCuajimalpa, el líder de los golpeadores me dirigió una especie de Blitzkrieg en 140 caracteres: corrupto, mentiroso, etcétera.

Luego, guardó silencio durante casi un mes. Extrañamente, una nueva lluvia de tuits vino la víspera del operativo, entre las once de la noche y las dos de la mañana, a solo unas horas de que iniciara el desalojo.

¿Fue una casualidad o González había sido ya advertido de que, a causa de la presión mediática, tendría que entregar uno de los inmuebles que la Asamblea de Barrios ha invadido en la Condesa?

Todo parece indicar que el narcomenudeo en esa colonia perdió uno de sus centros más conocidos de distribución. Pero no perdió un gramo, ni tampoco uno solo de sus operadores. Si lo que Monreal dice es cierto, ¿hasta dónde llega y de qué tamaño será el pacto?

@hdemauleon

demauleon@hotmail.com