Lobos BUAP pagó la novatez en Primera División. Pocos equipos tienen un manejo profesional de crisis, ya sea por un problema disciplinario en el campo o fuera de éste. El pleito entre Julián Quiñones y William Palacios desnudó la poca seriedad que tiene un equipo de futbol para invertir en recursos humanos suficientemente capacitado para entregar a la opinión pública la información correcta respecto a un hecho.

La rumorología es parte del día a día y más cuando se trata de un conflicto entre dos futbolistas, que se dicen profesionales, y que es explicado con medias verdades o medias mentiras. Insisto, hay quienes lo han sabido hacer de forma implacable y quienes han sido un desastre en su manejo de crisis. Recordar el excelente manejo de información del caso Salvador Cabañas por la directiva del América o la estupenda forma en como el Necaxa manejó el caso de dos de sus futbolistas que fueron detenidos por una riña afuera de un bar, Alejandro Molina y Luis Gorocito.

Hay el otro lado de la moneda. Solo por mencionar algunos casos, en selección nacional el caso de Carmona y Galindo sigue siendo un verdadero misterio, nunca se habló con la verdad. Asimismo, la famosa fiesta en Monterey donde señalaron como chivos expiatorios a Efraín Juárez y Carlos Vela, como si hubieran sido los únicos que estaban en una pachanga monumental.

Los colombianos de la trifulca de la madrugada del domingo no fueron sancionados de la misma manera por una directiva que lanzó un comunicado de prensa sin los argumentos para evitar las especulaciones, es más, abrieron los ojos de quienes estuvieron ahí presentes y que por respeto a estos personajes, muchos medios no han publicado fotografías. Por si fuera poco, son dos futbolistas que representan a una casa de estudios, de las más importantes del mundo, rankeada como la 251 del planeta, con una matrícula de más de 64 mil estudiantes. Sus valores: Ética, Solidaridad, Responsabilidad, Honestidad, Respeto, Equidad, Tolerancia, Transparencia, Identidad y Lealtad deben ser aplicados en todos los ámbitos, incluso en sus comunicados oficiales.

Rafael Puente hizo un esfuerzo loable para explicar las cosas y además tuvo el valor de aceptar su error al declarar que no sabía nada al respecto. Pero este caso va más allá del entrenador, se debió fijar una postura institucional por parte de la presidente del equipo, Luza Esparza, vaya, hasta su padre, el rector Dr. Alfonso Esparza debió ser más enérgico en que su departamento de comunicación manejara mejor la crisis, que solamente empaña a la casa de estudios, porque esos futbolistas que no respetaron su profesión poco durarán, son desechables.

@gvlo2008gerardo.velazquez@eluniversalbgwire.com.mx

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