Hay demasiada confusión en el entorno del futbol mexicano. El mensaje de Javier Hernández en las redes sociales, menospreciando al periodismo, como si fuera el culpable del rotundo fracaso en la Copa Oro, es de un individuo sin conocimiento ni preparación, quien intenta manipular a cientos de miles de seguidores, que todavía creen que es un líder en la Selección Nacional y en su equipo. Igualmente sucedió con Oribe Peralta, quien rebuscadamente comentó lo sucedido en el aeropuerto internacional de la Ciudad de México.

Criticar, analizar, profundizar, no es incitar a la violencia. Al periodismo libre de este país nunca se le ha escuchado o leído que provoque a los aficionados para que vayan a agredir a un entrenador, jugador o directivo. No son válidas ni entendibles las palabras de estos seleccionados nacionales, quienes otra vez muestran un alarmante desconocimiento sobre lo que está sucediendo.

Lo del lunes tiene más profundidad que simples palabras, en redes sociales, de jugadores que no entienden de periodismo ni de crítica. Fue un acto visiblemente planificado por alguien, porque en todo lo que llevamos de carrera periodística, nunca se había visto a un grupo recibiendo al entrenador con leyendas en camisetas, pero lo peor, con la cobardía de poner a niños inocentes como sus escudos. Esto, señoras y señores, no fue espontáneo.

El futbol mexicano debe madurar en todos los aspectos. Este verano tiene que ser un parteaguas para que entiendan los personajes involucrados que el periodismo no juega, no falla los goles, no gana ni pierde los partidos. Solamente consigna hechos reales y, claro, habrá quienes sean críticos, como también hay defensores por intereses empresariales.

El periodismo no es el enemigo, ni mucho menos el causante de las derrotas.

Tampoco el futbol es la representación de la patria, como lo aseguran en sus redes sociales jugadores con poca capacidad intelectual. Es solamente la representación de un país, de un deporte, de una actividad lúdica. Quien no lo entienda así, no ha comprendido todavía de qué se trata. En un partido de la Selección, no está en juego la soberanía nacional. Así como hay mexicanos brillantes en todas las áreas, existen en el futbol, al igual que regulares y malos, así es que estos futbolistas que tratan de manipular deberían pensar antes de escribir.

Debe revisarse bien lo sucedido durante el reprobable acto en el aeropuerto. Es obligación de la FMF, pero también de las autoridades civiles, porque cómo es posible que dejen ingresar a delincuentes disfrazados a una terminal aérea, donde se supone que la seguridad tiene que ser infalible. Demasiada corrupción, que no puede entenderse más que simplemente como que un verano movió demasiados intereses en grupos del futbol mexicano.

@gvlo2008
gerardo.velazquez@eluniversalbgwire.com.mx

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