El aumento reciente en los precios de la gasolina y de la luz tendrá diversos impactos (todos ellos negativos) en el bienestar de los mexicanos.

El efecto, sin embargo, será muy diferenciado entre tipos de hogares. De entrada, hay que decir que los efectos serán de dos tipos: directos e indirectos.

El impacto directo de un aumento de 15%-20% en el precio de la gasolina afectará en una primera instancia únicamente a aquellos individuos que poseen un automóvil. Esto incluye mayoritariamente, aunque no sólo, a la clase media mexicana.

Este sector estará posiblemente entre los más afectados de manera directa, ya que es el que destina una mayor parte de su ingreso al gasto en este producto.

No sorprende, pues, que sea éste sector el más vocal en contra de los aumentos en el precio de la gasolina. Sorprende, sin embargo, que muchos de ellos se quejen porque el precio de la gasolina sea mayor en México que en Estados Unidos, sin que se pregunten siquiera por qué esto es así. Si lo hicieran, quizá deberían protestar entonces por esta situación (la causa) y no por la consecuencia (el precio más alto).

Noten que una vez que aceptamos comprar la gasolina en el exterior es prácticamente inevitable que cueste más aquí que allá, considerando que hay que transportar el producto y que el vendedor obtiene una ganancia por la comercialización.

Esto es, finalmente, lo que ocurre con cualquier producto importado. Es decir, los que hoy protestan por el precio de la gasolina quizá en realidad deberían estar protestando por las políticas que llevaron al desmantelamiento y subutilización de la capacidad refinadora del país.

Los impactos indirectos serán sentidos por toda la población y serán al menos de cuatro tipos:

1) Por la vía de aumentos previsibles en el costo del transporte público: taxis, autobuses urbanos y foráneos, etc. Esto afectará evidentemente a los usuarios de estos servicios (principalmente gente de clase baja o media baja, aunque también a gente de clase media que usa taxis o Uber).

2) Por la vía del aumento en el costo del transporte de productos y, por lo tanto, en el precio final de los mismos. Esto afectará principalmente a los precios de los alimentos y, por ende, al segmento de la población más pobre, ya que son ellos quienes destinan un mayor porcentaje de su ingreso al consumo de estos productos. Si bien no se anticipa un aumento equivalente en el precio de estos productos, un aumento importante en el precio de los alimentos podría traducirse en un incremento no trivial en las tasas de pobreza en el país.

3) Habrá efectos regionales diferenciados. Debido a que la liberalización de precios de la gasolina conducirá a que los precios ahora dependan de la existencia de infraestructura, es previsible esperar que la gasolina sea más cara en regiones alejadas, más pobres o con baja demanda de gasolina. Así, la gasolina aumentará más en las zonas pobres, rurales y con baja densidad que en sus contrapartes. Este canal tendrá efectos desigualadores desde una perspectiva regional.

4) A nivel macroeconómico es previsible suponer que la respuesta del Banco de México será tratar de combatir el efecto inflacionario del aumento en los precios de la gasolina. Esto conducirá, casi inevitablemente, a aumentos en la tasa de interés a lo largo de 2017. El efecto de esto será una menor inversión, un menor gasto en bienes durables y, por lo tanto, en un menor crecimiento económico y en una menor generación de oportunidades laborales.

En resumen, el impacto del aumento en el precio de los energéticos muy probablemente nos afectará a todos.

Si bien hay quienes han celebrado el aumento en el precio de la gasolina desde una perspectiva ambiental, también debe señalarse que si una política de precios de la gasolina no va acompañada de una mejora en las políticas de desarrollo urbano (en donde se deje de privilegiar la expansión horizontal de las ciudades) o de un aumento importante y significativo en la inversión en transporte público, entonces el efecto en el consumo de gasolina será muy limitado, por lo que podríamos quedarnos únicamente con los efectos negativos del aumento de su precio y sin ninguna de las ventajas.

Economista

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