Hablar de Lobos BUAP está de moda. A los analistas les sobran adjetivos calificativos positivos para definir lo que han hecho en su aparición en la Primera División. Se han desvivido en elogios para el entrenador y la historia que hay detrás de él.

Es inevitable, seduce escribir y hablar sobre estas historias: el “chico” pegándole a los “grandes”. Los débiles triunfando sobre todo y todos. Ganándole a un sistema de competencia diseñado para que el recién ascendido tenga todo en contra para mantener la permanencia y garantice una chance más a los demás equipos. La lucha por encontrar un mejor contrato con la televisión y que le genere más recursos que le permitan sostener más y mejor la batalla en su aparición en Primera División.

Un técnico salido de la “nada”, con apellido reconocido, pero con poca o nula experiencia, que se comporta y se lanza con una determinación que lo hacen ver arrojado y valiente, y nunca “chambista”. Tal vez hasta un poco inconsciente, que no cuida lo que otros atesoran: la comodidad de hacer lo que todos hacen. Que ve la oportunidad como eso, un espacio para aprovecharlo y hacerlo suyo, defenderlo con su idea, sin temores.

Tres juegos no dan la salvación, pero comenzar con siete puntos en una temporada donde te juegas la permanencia ayudan mucho en lo matemático, pero sobre todo en la moral y en la credibilidad, dan confianza en el trabajo diario y refuerzan la fe en el proyecto. El discurso toma fuerza, retumba y hace eco en cada práctica, en cada concentración; en titulares, suplentes, cuerpo técnico, directivos y afición.

Pero también es cierto que hablar de Lobos como una revelación, como el equipo que se llevará la fase regular, y especular sobre si podrá clasificar a la Liguilla y ser protagonista, es más una necesidad de querer contar historias maravillosas.

No se me malinterprete, hay otros ejemplos que hicieron y tuvieron el mismo comienzo que el de este equipo. Pero seamos honestos, a tres jornadas de distancia y con 14 por delante, sigue siendo el objetivo consolidarse, mantener su regularidad y cimentar el proyecto. Desarrollar una estructura como club, como directiva.

Ha comenzado bien. Logró su ascenso de manera categórica y con mucha autoridad, en una división muy jodida como es la del Ascenso. Antes también había logrado ascender de Segunda División. Nadie les ha dado nada y tienen todo que ganar y nada que perder. Aunque ya tienen tiempo en el futbol profesional, apenas están escribiendo real historia, y sus primeras líneas son muy prometedoras.

Pero lo mejor está por venir. Aplaudamos el paso de Lobos, reconozcamos su trabajo ante lo difícil que tiene el campo de batalla, empaticemos con la gesta, pero esperemos, seamos cautos para evitar luego la carnicería y destrozarlos.

futbol@eluniversal.com.mx

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