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Torrente fue, en su momento, una solución para un problema del León, pero no fue la reparación total que necesitaba el equipo. Llegó como bombero para apagar el incendio que tenía Luis Fernando Tena y compañía. Lo logró. Pero poco a poco comenzó su propia hoguera, y a su paso ha ido, no sólo destruyendo lo que construyó, en las diez primeras jornadas que dirigió a los Panzas Verdes, sino que ahora está hundiendo el barco al que alguna vez salvó.
Para él, el debate de cómo juega su equipo es válido.
Las formas futbolísticas siempre son debatibles: para Torrente, su equipo juega bien y merecería más puntos de los que ahora tiene. Su gran defensa, ahora, la basa en los números y sus comparativas con anteriores entrenadores. Defenderse nunca ha sido malo.
¿Mentir?, sí.
Su “trapecismo” con el que intenta maquillar la condición en la que se encuentra su administración en el banco esmeralda es, en forma, una burla. Del fondo, del fondo no hablo, eso que lo interprete cada quien.
La producción de Pizzi al frente del León es la referencia que toma Torrente. Será que nadie le avisó al ahora entrenador del León que la gestión de Pizzi al frente del equipo también fue muy criticada, y que lo único que lo sostuvo al frente del plantel fue la tendencia ascendente de sus resultados.
Pizzi dirigió 50 partidos al León entre fase regular, Liguilla tanto de Liga MX como de Copa, 78 puntos, 52%. Y llevó al León a la final de la Copa MX.
Torrente dirigió su partido 40 con el León, ha ganado 16, perdido 10 y empatado 14; un total de 58 puntos, para 48.33% de efectividad. Cierto muy cercano a 52% de Pizzi, pero con una pequeña diferencia: La tendencia y comportamiento de los resultados del ahora entrenador de la selección chilena de futbol fueron totalmente distintos, además de haber llegado a una final de la Copa MX.
Torrente sigue viviendo del gran arranque que tuvo. De ahí en adelante, sus números han ido en picada. Una estadística que se le olvidó mencionar a Torrente cuando se comparó con Pizzi, es que al León de aquel tiempo, difícilmente perdía puntos en casa. Mientras que el equipo de ahora, fincó una de las peores rachas negativas jugando como local. Torrente fue un buen remedio, pero hasta ahí. Ahora se ha convertido en parte del problema. Ya no sólo no gana, desde hace tiempo se enreda con sus discursos. Se siente atacado y acomoda los números, los presenta como un maquillaje, como una cortina que cubre el desastre que pasa en el terreno de juego. Reitero, a Torrente se le acabó el saldo en Grupo Pachuca y si aún sigue ahí en su puesto, no por su calidad, mucho menos por la tendencia que viene marcando desde el torneo pasado, sino porque no han encontrado al candidato que se acomode al proyecto.